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¿Caballero o Macho?

¿Caballero o Macho enmascarado?

Por Luis Bracamontes

“Yo quiero un hombre que me haga reír, sea trabajador, guapo, alto, seguro de sí mismo, que haga lo que yo le pida, pero que no sea mandilón; que me abra la puerta, que me haga sentir su princesa, y que aún así seamos iguales en la relación…” ¡Basura, basura, basura! Para aquellas nenas fervientes por obtener un amor platónico, lamento decirles que la fórmula mágica para hacerlos está casi obsoleta.

Muchos dicen que la caballerosidad ha muerto, pues también lo han hecho las doncellas. Bitch, please! Si quieren su príncipe azul de Disney, ¿dónde está el arquetipo de doncella sumisa, bella, inocente, sacrosanta, pura y sobre todo virginal? Hay un dicho por ahí en las malas redes que dice que si Drácula se alimentaba sólo de lobukis vírgenes, estos días moriría de hambre. Just saying…

En fin, éste fue sólo un comercial para sacar unas cuantas sonrisas. El tema principal de esta columna es: La caballerosidad. Muchos nos quejamos de vivir en un país (mundo) machista y estar rodeados de sexismo descarado, aunque muchas veces nuestros ojos pispiretos no se percatan de las sutilezas y mutaciones del llamado “machismo”; pero comencemos con una definición improvisadilla de lo que es: Son todas las creencias, acciones y comportamientos que denotan que hay un sexo inferior en cualquier sentido, ya sea menos importante, inteligente, capaz, fuerte, etc.

Si lo vemos con ojo clínico, el ser caballeroso es tener cierta conductirijilla hacia con las mujeres en la cual el hombre se muestra como protector, como alguien que vela por una criatura indefensa; claro que esto puede parecer tierno, lindo y deseable. Sin embargo, ¿acaso eso no demuestra una creencia que uno de los dos sexos es superior y el otro necesita de su cuidado?

Hay una línea muy delgada entre la vida y la muer…digo, entre la caballerosidad y el machismo; ya no ahondaré más en el hecho por dos cosas: 1.- Falta de caracteres 2.- No quiero sonar reduntante. Al final de cuentas, es sólo el punto de vista de su no-tan-humilde servidor. Estoy seguro que habrá muchas opiniones y estoy bien abierto de piernas para escucharlas.

Con esta pequeña aportación a su estanque de reflexión mental, me despido.

¡Chido la Banda! 

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