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Anécdotas de salón// By @Ruy_Carreno

editoriales

Soy Rodrigo Carreño, orgulloso “Terra-Calentano”, guerrerense de corazón, egresado de la Licenciatura en Derecho por la FES Acatlán de la UNAM; un tipo sencillo, apasionado por la vida; la curiosidad me hace vivir en una constante búsqueda, aprehensor de palabras y versos, amante de la poesía y de la mujer, como la obra más bella y perfecta de la creación. Mi perversidad es tan grande, que los haré diabéticos con tanta miel. En la patria de las letras, existe una revolución constante, limitar éste espacio sería atentar contra la libertad, aquí hablaremos de muchos temas poesía, arte, música, folclore, de lo cotidiano, política y de temas jurídicos de interés general; la imaginación encuentra sus límites en lo infinito.
Soy Rodrigo Carreño, orgulloso “Terra-Calentano”, guerrerense de corazón, egresado de la Licenciatura en Derecho por la FES Acatlán de la UNAM; un tipo sencillo, apasionado por la vida; la curiosidad me hace vivir en una constante búsqueda, aprehensor de palabras y versos, amante de la poesía y de la mujer, como la obra más bella y perfecta de la creación. Mi perversidad es tan grande, que los haré diabéticos con tanta miel. En la patria de las letras, existe una revolución constante, limitar éste espacio sería atentar contra la libertad, aquí hablaremos de muchos temas poesía, arte, música, folclore, de lo cotidiano, política y de temas jurídicos de interés general; la imaginación encuentra sus límites en lo infinito.
Por Ruy Carreño

Con admiración y gratitud, a mi maestro José Hernández Pineda, un michoacano ejemplar.

¿Qué es cultura? esta pregunta, inevitablemente me remonta a aquella tarde en clase de Teoría del Estado, en la que mi maestro Lorenzo Esteban Maya Romero; nos cuestionó, sin faltarle uno sólo de mis compañeros (nadie se podía salvar, el maestro sabía de memoria el nombre de cada uno de nosotros). Lo llamábamos “el Búho” por su profunda mirada, sus grandes anteojos y sobre todo por su sapiencia; pues los búhos han simbolizado la sabiduría, en culturas como la griega, la celta, egipcia e hindú.

Esa tarde el maestro Maya nos dio una gran lección; luego de que la pregunta recorriera todo el salón; muchos pensamos que nadie había dado con la respuesta correcta, todo para que después de un rato “el Búho” nos dijera: -¡Todo es cultura! y todas sus respuestas son correctas, porque cultura es todo aquello que aprendemos desde que nacemos hasta que morimos. Tenía razón, la respuesta era irrefutable, los complicados tecnicismos habían sido vencidos con la humildad y sencillez de sus palabras; mis compañeros de clase no me dejarán mentir, con Maya Romero aprendimos más que “Teoría del Estado”.

El “día del maestro”, soy muy dado a felicitar a aquellos maestros de vida, con los que aún tengo contacto; la mañana del 15 de mayo pasado, llamé al teléfono celular de uno de los más entrañables, la llamada entró a buzón, no pude comunicarme con el maestro José Hernández Pineda, a quien apodábamos “el Canas”, un hombre que a sus setenta y tantos años de edad, aún podía recorres más de 10 kilómetros en bicicleta para llegar a mi pueblo a dar su clase (después se compró una Grand Cherokee; si en mis manos estuviera erigiría un monumento a la arcaica bicicleta en la que viajó a lo largo de 25 años).

Profe José

El maestro José, quien ahora ha de andar por los ochenta y tantos años de edad, con el que curse el 4° grado de primaria, con motivo de su jubileo número 50 al servicio de la educación; fue invitado a desayunar a Los Pinos, durante el gobierno de Fox, al cual no bajaba de pendejo, más el cheque de aquella cita no era nada despreciable; a medida en que fui creciendo pude darme cuenta de que José Hernández, era un maestro excepcional, educado en la Escuela Normal de Morelia, aplicaba conocimientos avanzadísimos para un maestro de primaria, la educación era otra diría algún otro viejo con añoranza; gracias a él supe de la existencia de Diderot, al cual no se cansaba de elogiar, de Borges y de Marx; recuerdo sus “mapas mentales” (así los llamaba) en la clase y también los reglazos con el metro de madera que alguna vez me dio.

Quise que supieran de la existencia del maestro José, ahora no sé mucho de él, sólo que desde hace dos años vive en la Ciudad de Morelia, la cual conocí por primera vez, junto con él y mi padre; quiero no olvidar su enseñanza y su ejemplo; invitarlos a valorar y hacer visibles a esos héroes anónimos, que forman parte de nuestra historia de vida y de lo que somos; y a quienes debemos recordar con perenne gratitud; porque todos los maestros nos han enseñado (bien o mal); al fin de cuentas ¡todo es cultura! o ¿no?

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