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En un barrio de Nevada, Estados Unidos, una manada de coyotes era vista con frecuencia en las calles: llamaba la atención porque uno de sus miembros era un perrito blanco, por lo que los pobladores le llamaron “Fantasma”. En una ocasión lo vieron cojear, por lo que lo reportaron al servicio de animales, pensando que los coyotes lo habrían atacado.
«Fantasma» fue capturado para revisión. Con base en los videos en que había sido captado viviendo con coyotes, la rescatista Susan Mc Mullen, del Servicio de Captura del Sur de Nevada, pudo deducir que el peludito fue dejado en el desierto a los 7 meses de edad y los coyotes lo habían hecho parte de su manada para cuidarlo:
“Parece que «Fantasma» fue dejado en el desierto a los seis u ocho meses de edad y, de alguna forma, los coyotes lo aceptaron. Él corría con ellos, comía con ellos y vivía como uno de ellos, pero lo comenzamos a ver cojear y tuvimos miedo que los coyotes pudieran atacarlo”.
El abandono de «Fantasma» siendo un bebé y el vivir una vida salvaje, le pasaron factura: el lomito presentaba infección en los ojos y oídos, cicatrices de pelea en su rostro y cuerpo, además de que debía someterse a cirugía para extirparle el escroto y amputarle un dedo roto.
Pese haber vivido una vida totalmente salvaje, “Fantasma” es dócil y un lomito bien portado, además de amistoso y cariñoso, por lo que una vez que termine su tratamiento médico, será puesto en adopción, buscando que tenga un hogar lleno de amor y personas que lo acaricien y cuiden.
