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En el Estado de México las mariposas monarcas están encontrando un nuevo hábitat que poco a poco crece y los únicos que pueden apreciar esta maravilla son los habitantes de la comunidad.
Recientemente, la comunidad de Jiquilpan ha construido el santuario de la especie. Anteriormente ya contaba con cuatro santuarios: Piedra Herrada, en Valle de Bravo-Temascaltepec; La Mesa, en San José del Rincón; El Capulín y Macheros, en Donato Guerra.
El medio de comunicación El Heraldo, tuvo acceso a una entrevista con uno de los ejidatarios de la zona, Pedro Enrique, quien afirmó la gran satisfacción que es ver a la especie visitar sus tierras.
“Es una gran sorpresa, antes había menos, pero hoy se concentró una mayor cantidad; preguntan los expertos que por qué les agradó un lugar tan inapropiado como un camino de paso continuo”.
Ellas descansan en los árboles de Oyamel, colgando de sus ramas, donde disfrutan de las temperaturas de la zona y se pueden observar como salen revoloteando de un lado a otro.
A 2 mil 100 metros de altura, se encuentra este espectáculo natural, actualmente, el espacio se encuentra cerrado al público, ya que las autoridades, ejidatarios y comuneros de la zona, están preocupados por cuidar el área natural y lograr que sea un núcleo permanente para la visita de la ola naranja y que por ahora no se convierta en un sitio turístico.
