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Edi, La Editorial…¿Y los Derechos Humanos De Los Niños?,

En el caso Fátima se dio un remolino de quejas contra la institución que la dejó salir sin autorización de la madre, contra la madre por llegar tarde...

By: Edi La Editorial

«Qué triste mundo, pobres niños, no saben lo que les espera por un error de estos padres infames que les tocó» Irma Reyes

Irma Reyes estaba relatando una historia en la estación de radio, narraba sin horror como quien cuenta la película que fue a ver al cine, cómo fue que su sobrino Mario llegó con su familia a visitarla luego de 20 años de ausencia y confesó un crimen. Ella abrió las puertas de su casa, un pequeño terreno construido en el monte, por el sentimentalismo del hermano muerto a manos de la depresión; la conmovió al grado de auxiliarlos para que habitaran un cuarto que estaba abandonado en la misma zona donde ella vive y contó lo que todos sabemos; que Mario es un depravado sexual dispuesto a abusar de sus propias hijas, Giovanna una mujer violentada e ignorante que decidió secuestrar a Fátima, a quién ya conocía, para dársela como “obsequio” al esposo, a condición de que dejara en paz a sus hijitas. Ambas acciones monstruosas.

Llegaron con sus tres hijitos de 7, 5 y 3 años a Isidro Fabela en el estado de México, sabemos que no tenían trabajo y que los niños eran alimentados de la caridad.

La tía de Mario narró en todos los medios que la quisieran escuchar cómo fue la detención de Giovanna, y aunque los horrores sobre las causas del secuestro agravado, del abuso y del feminicidio nos hielan la sangre, algo que llamó la atención fue la crónica de la Sra. Irma diciendo: “Cuando llegaron a detenerlos la policía no me dijo nada de los niños, me dejaron a los niños, no me escuchaban, decían, llévelos al DIF”, ¿no eran los primeros que debieron resguardar? ¿Si ubican que son el grupo más vulnerable que hay en la sociedad? No sólo porque la señora no los podía cuidar por la situación de pobreza y marginación en la que vive, sino porque eran víctimas y los revictimizaban dejándolos en manos de “quién sabe quién”, sin custodia de ninguna institución. Así que los tres menores se quedaron en estado de indefensión, como siempre.

En el caso Fátima se dio un remolino de quejas contra la institución que la dejó salir sin autorización de la madre, contra la madre por llegar tarde, contra el DIF que no atendió la negligencia de los padres, una fiscalía que no pudo localizar los videos para resolver un secuestro, pero lo hizo rápidamente cuando se convirtió en el brutal feminicidio de una menor de nombre inolvidable.

Fátima murió para que por unas horas al menos, el país se conmoviera por el abuso de que son objeto los niños y niñas cada día, en muchos de los casos a manos de sus propios padres. La negligencia con la que las autoridades tratan los temas relacionados a ellos, un mundo adultocentrista que los ignora, los violenta, los maltrata, los arruina y después se queja de la descomposición social.

El día de la detención los niños fueron revictimizados, además de lo que debieron vivir, la policía no realizó ningún protocolo para protegerlos; la Sra Irma dijo en la entrevista de radio que los policías le sugirieron: “Si no los quiere, llévelos al DIF”. ¿Cómo sabía la policía que la Sra. Irma era buena persona? Más allá de la intuición, porque finalmente gracias a ella se llegó a los criminales, pero con toda la inocencia les dijo: “No me los puedo quedar porque comen tres veces al día, no puedo tenerlos”; como si de adoptar un perrito en un patio pequeño se tratara.

La Sra. Irma no denunció por el dinero, a pesar de que reconoció que los descubrió porque los vio en la TV; lo que podría indicar que sabía de la recompensa, pero no, no lo hizo por el apoyo económico que el gobierno de la CDMX ofreció (dos millones de pesos al que ayudara a dar con el paradero de Mario y Giovanna), no los entregó para resolver sus problemas económicos evidentes, sino que lo hizo por la convicción de hacerle justicia a una niña, lo que se reafirmó cuando se negó a recibir el dinero del gobierno por no lucrar con la muerte de Fátima; pero el problema que le llegó con Mario ese 16 de febrero se había convertido en tres pequeñitos de 7, 5 y 3 años, a quienes la representación social también les falló al dejarlos ahí. En la misma entrevista, la denunciante  cuenta cómo fue que llamó a la mamá de Mario y le entregó a los niños ¿y la representación social?

En este país nuestro Presidente dice que los delincuentes tienen Derechos Humanos y también por eso no podemos exhibir sus rostros o nombres, aunque sean confesos, porque les protegemos la presunción de inocencia; pero a los niños no, de los derechos de los niños y de cómo se les violenta de manera sistemática no ha dicho nada, nadie dice nada. Se les ignora y no entendemos qué clase de humanidad aumenta ese grado de violencia a la vulnerabilidad que ya viven.

México ocupa vergonzosamente el primer lugar en abuso sexual infantil. En denuncias se dice que son 1,764 por cada 100 mil y con esa información se decidió, como si se hablara de un bulto, o de una mochila, que los niños permanecieran ahí; es más, con la mochila sí hubieran cargado los cabrones, como evidencia o por lo menos para robarse algo de la escena del crimen; pero “los niños comen tres veces al día”, así que si alguien los quería, ese era buen momento…

Pasa que si de verdad quisieran reparar la descomposición social evidente, podrían enfocarse en la niñez, es ahí, así que sirva este espacio para recordar  a las autoridades y a quienes hayan decidido procrear, que los niños y niñas no sólo comen tres veces al día, también tienen derecho a la protección, derecho a la vida, derecho a la educación, a la salud, a la identidad, a tener una familia donde se puedan expresar, divertirse y recrearse. #LosNiñosNoSeTocan

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