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Política Entre Líneas…Nosotros Los Pobres, Ustedes Los Ricos…

Este 13 de agosto se conmemoran 500 años de lo que se conoce como “la caída de la Gran Tenochtitlan”, episodio que marca una nueva etapa en la historia de México, bajo el dominio de los conquistadores españoles. Y justo este mensaje de victimarios-víctimas le va muy bien a la 4T, por lo que no pierden la oportunidad de hiperbolizar este capítulo en pleno 2021. Y explico por qué…

By: Estrellita Fuentes

Si remontamos en los hechos históricos, apoyándonos en los diversos análisis y estudios de quienes se han dedicado a profundidad a este tema, encontramos datos importantes que no podemos dejar pasar de vista. Por ejemplo, para el mexicano-alemán Alberto Pérez-Amador Adam, profesor investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), y especialista en el tema virreinal, declara que lo que ocurrió «no fue una conquista española, sino una guerra independentista de pueblos sojuzgados, como Mixquic, Azcapotzalco, Xochimilco y otros», de entre los cerca de 400 pueblos esclavizados por los mexicas” (Portal Deutsche Welle, 18 de mayo de 2021). Es decir, ¿cómo fue que Tenochtitlan fue derrotada por 400 españoles? En realidad, a ellos se le sumaron (dicen las fuentes) 5,000 indígenas mediante el apoyo logístico.

Hernán Cortés era un negociador nato y visionario, y supo detectar el enojo de los pueblos que visitó a su paso, y utilizar ello a su favor (me recuerda a alguien en la historia reciente). Les prometió quitarlos del yugo de los mexicas para sumar adeptos a su causa, aunque en realidad fue para cambiarles las riendas. Pero, aquí lo interesante es rescatar que fue precisamente a través del discurso del odio y de la división como logró su cometido. Porque, ¿qué hubiera sucedido si los pueblos indígenas de aquel entonces se hubieran puesto de acuerdo en torno a un fin común como el de expulsar a los españoles de su territorio? Lo hubieran hecho con la mano en la cintura. Así que ese discurso de los españoles “los malos”, no nos explica la realidad en su totalidad, porque qué más crueldad que la de alzarse en contra de los propios hermanos.

Eduardo Matos Moctezuma, quien es el arqueólogo más reconocido de México, ha dicho que los anales de esta conquista están llenos de mitos: “Ni la Malinche -mujer políglota, regalada a Cortés y madre de su hijo- ni los tlaxcaltecas fueron traidores; intentaban liberar a sus pueblos del sometimiento mexica. El conquistador extremeño jamás quemó sus naves, las encalló y envaró; nunca lloró su derrota al pie de un árbol en la Noche Triste” (DW)”. Lo curioso del caso es que, en vez de adentrarnos en el estudio y la reflexión de nuestra propia historia, para poder reconocer nuestro ADN y nuestras raíces como mexicanos, como lo haría un adulto consciente, preferimos que nos sigan tratando como infantes mediante un reduccionismo simplista de la historia. Por ello con solo nombrar el árbol de la Noche Triste, como el de la “Noche Victoriosa” bajo la instrucción reciente de la Jefa de Gobierno de la  CDMX, Claudia Sheinbaum, ya con ello se recuperó el orgullo nacionalista… ¿es en serio? Si Matos dice que no se ha comprobado tal pasaje de la historia. Y también dijo la funcionaria: “¿Cómo es posible que haya una calle que se llame Puente de Alvarado?, cuando Alvarado fue el principal perpetrador de la matanza del Templo Mayor; y por eso tomamos la decisión de cambiar el nombre y quitar el nombre de Alvarado y ponerle Calzada México-Tenochtitlan”… como si con cambiarle el nombre a una calle, cambiara el curso de lo que fue nuestra historia. ¡La historia es como es!

Aquí en Morelia esta discusión ha cobrado vigencia también, al pretender quitar una escultura de Fray Antonio de San Miguel localizada al final nuestro Acueducto, por tener un mensaje racista. Yo soy la primera en reconocer la marginación en la que han vivido nuestros pueblos indígenas, pero ¿quiénes son quienes realmente los marginan hoy en día? Los mismos mexicanos conforme a lo que arrojan las encuestas nacionales de discriminación y violencia. En México se margina por razones de color de piel, condición social, por ser de alguna etnia indígena o por tener alguna discapacidad. Así que ¿para qué nos hacemos? Somos rete habladores. Nos encanta el borlote con tal de deshacernos de nuestra propia responsabilidad, y sacarle la vuelta al trabajo y al esfuerzo que implica el estudio, el análisis, la disciplina, la reflexión y sobe todo el cambio de conciencia. Por ello se elige mejor a un mesías que haga todo por nosotros, y nos resuelva la vida como con una varita mágica. Así nos dedicamos mejor a la pachanga y al futbol. ¡Que vengan las becas! ¿Por qué? Porque soy pobre y jodido por culpa de los ricos; porque soy víctima de los conquistadores españoles. ¿Con esa mentalidad vamos a salir del atolladero?

Mientras escribía este artículo, me quedé pensando en algo: eso de creer que los españoles conquistadores eran los blanquitos, y “nosotros” los prietitos, no hay tal. Recordemos que España estuvo sometida también por los musulmanes allá por el siglo VIII, por lo que tuvieron también una mezcla interesante; además de que sus invasores no eran tan blanquitos que digamos. Nuestros conquistadores españoles no eran 100 por ciento de raza pura, así como los pobladores de nuestro territorio en aquel entonces. Y para rematar, recordemos que en la época de la llegada de Cortés, España como país no existía. Era un conjunto de reinos, y la hazaña de la “conquista” estuvo encabezada por el Reino de Castilla. Por lo que, ¿a quién deberíamos de pedirle perdón, como pretende el gobierno federal actual por las vías diplomáticas?

Eso de estar refrescándonos mediante el discurso una y otra vez la “crueldad” del sometimiento bajo el que ha estado “subyugado” el mexicano, ya sea por los españoles o por la mafia en el poder, es lacerante y nada terapéutico si queremos sanar. Un buen psiquiatra nos diría: – Ok, te pasó todo eso, ¿y ahora qué vas a hacer? ¿Qué rumbo/significado vas a darle a tu vida? Y mejor aún… -Pues ponte chambear y a recomponer tu mundo, y dale para adelante…-

En serio: seamos más prudentes con nuestra propia historia y dejémonos de cuentos de hadas. Mejor reconozcámonos como somos realmente, de dónde venimos y tracemos un futuro común; en el que quepamos todos. Dejémonos de ser niños y atrevámonos a ser adultos con la madurez que ello conlleva. México lo necesita para pasar a ese estadio de equilibrio al que aspiramos todos…

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