STAFF/ Colab. Especial. Eliza Flores.
La fe en los tiempos de la pandemia: No hubo silencio, aunque la inactividad de la ciudad contribuyó a darle un poco de la solemnidad que ahora cedió el protagonismo a la contingencia sanitaria por la crisis que ha generado el Coronavirus.
Con una tradición que data de más de 40 años, la Procesión del Silencio de Morelia es una de las más características de México, por su sobriedad y solemnidad, que hoy fue dejada a un lado, para continuar la tradición, pero sin gente, sin público que admira´se a la Máter Dolorosa a su paso ante el cuerpo de Cristo tras su crucifixión.
Para este año de enfermedad viral, se abrió la Catedral de Morelia unos minutos antes de que los tambores se comenzarán a escuchar, sobre dos camionetas un pequeño grupo de penitentes y la Virgen de la Mater Dolorosa transitaron la avenida Madero.
Fue un recorrido motorizado sumamente rápido, y la Procesión sólo paró en los altos que marcaban los semáforos. Ahora, los dolientes y penitentes pertenecientes a las cofradías organizadoras, resaltaban no por sus atuendos de luto y duelo, sino por sus cubrebocas y mascarillas de protección, ante la mirada doliente de la figura de la Vírgen.
Frente a Catedral de Morelia un pequeño grupo de personas esperaban la llegada de la Madre Dolorosa. Con un acto muy pequeño y simbólico se hizo la coronación de la Mater y se procedió a entrar a misa a al templo.
No se permitió el acceso a ninguna persona ajena a la Procesión, será una misa para únicamente para veinte personas, cumpliendo con los protocolos que marca la actual contingencia sanitaria por el COVID-19, y así fue como La Procesión del Silencio en Morelia se llevó a cabo, sin tanto silencio pero sí en medio de un temor ante la amenaza de un virus.
