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La eterna SOBERBIA de Cristóbal le ha enterrado su sueño de ser gobernador de Michoacán

Siempre altivo e indiferente, el llamado “Cachorro de Churumuco” ha perdido la última oportunidad que tenía de convertirse en gobernador de Michoacán, su sueño -frustrado- de toda su vida, y eso se lo debe en parte a su innegable soberbia, tanto personal como política

Por: Elly Castillo

Entre en serio y en broma, de tiempo atrás se comentaba que en el equipo de Cristóbal Arías todos se consideraban “Generales” pero nadie quería fungir de soldado raso, al momento de trabajar en pos de la candidatura al gobierno de Michoacán por las siglas de MORENA. Su círculo cercano ha actuado igualito que él, como una sombra, “ya hasta se repartieron las dependencias y secretarías” me comentó un viejo político en tono de sarcasmo para ejemplificar su actitud: La de vencedores omnipotentes.

NADIE de los ‘cristobalistas’; ni sus operadores políticos ni su vocero; sus amigos o su esposa, y mucho menos él mismo, fueron capaces de adoptar humildad y sencillez; por el contrario, desde el principio quisieron avasallar en una actitud déspota como si el pueblo michoacano les debiera un favor: que Cristóbal Arias fuera por fin su gobernador tras 2 intentos fallidos en el siglo pasado.

Las quejas sobre el comportamiento, pero sobre todo la actitud “mamona” de Arías Solis, vinieron por parte de diversos sectores desde el principio que destapó sus suspiraciones para sentarse en la silla que dejará vacía Silvano Aureoles el próximo año: militancia morenista, simpatizantes del partido guinda, clase política de todos los tamaños y sabores, hasta escalar con las feministas y recalar en un sector de la prensa, aquella que no le dio ‘fiado’ y que no estaba dispuesta a soportar sus desplantes de mirrey de la tercera edad con aires de Polanco.

“Sí, me lo ha dicho varia gente y bueno, así es el señor ¿qué le vamos a hacer? Es su carácter y ni modo…” me confió en corto  uno de sus aliados políticos quien aceptó la soberbia de Cristóbal como una constante de su personalidad en su despliegue logístico.

Su desdén ha sido tal, que Cristóbal raras veces recorría los caminos y sobre todo las comunidades marginales del estado : “si ese señor gobierna, se la va a pasar en la CDMX en lugar de Michoacán. Prefiere los lujos de Polanco que meterse a las terracerías y las comunidades pobres del estado”, me comentó una política experimentada que se alejó de él hace varios años por su mismo carácter egocéntrico.

Y es que la soberbia de Cristóbal fue la pala con la que cavó su tumba política, y con ello, enterró la última chance que tenía para ser gobernador de Michoacán. Nunca quiso acudir a reunirse con las bases del partido que fundaron y al cual él llegó de forma oportunista para convertirse en Senador y darle un tercer aire a su carrera política que estaba en el abandono, en el semi retiro tras una inactividad en el PRD del cual fue fundador, y que prácticamente lo había congelado por su falta de pericia pero sobre todo, de actualización.

Nunca quiso ir a las mesas de trabajo de los otros precandidatos morenistas. Nunca quiso -volver a- recorrer y caminar el estado, como si siguiera siendo el mismo Michoacán de cuando fue candidato. Nunca quiso tender puentes dentro de su propio partido. Nunca quiso mostrar humildad, al caminar entre una bola de guaruras y achichincles. Nunca quiso reconocer sus errores del pasado como el famoso pasaje de la correteada a su esposa María con cuchillo en mano. Nunca  quiso dialogar con sus opositores, entre ellos, las feministas que le declararon la guerra. Nunca quiso conciliar interéses y se ganó el repudio de la CNTE por apostarle a un grupo minúsculo y subersivo. Nunca se abrió a toda la prensa y seleccionó sólo a algunos medios afines a él para proyectarse.

Por el contrario, Cristóbal siempre buscó arroparse a nivel nacional con el grupo del Senador Ricardo Monreal y desdeñó a las agrupaciones estatales. Siempre mostró una actitud arrolladora “súmate a mi proyecto, yo seré el futuro gobernador” alardeaba ante quienes debía convencer, en vez de amenazar. Siempre se mostró confrontativo en lugar de mediador. Siempre se le vio arrogante, no sólo al andar, también incluso al dar entrevistas o acudir a sólo ciertos eventos organizados por su propio equipo, prefería mandar representantes como cuando registró su precandidatura, y para no hacer fila, mandó a un Senador compañero suyo a realizar el trámite.

Pero la soberbia descrita en estas líneas de Cristóbal Arias Solis no es nueva ni mucho menos reciente; es de años. Hay quien dice que “de siempre” pues llegando a Morelia procedente de Churumuco, en su época de estudiante, cuentan quienes le conocieron en esos días, que pronto se le olvidó que llegó a la capital usando huaraches y morral, y luego de haber sido acomodado en el equipo de gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas, se le despegaron los pies del suelo y no volvió a tocar tierra… hasta que la realidad  de este siglo lo condenó al ostracismo por su falta de actualización y de lectura de los nuevos tiempos políticos.

Pero entonces MORENA le rescató en el 2015, le desempolvó, le ofreció la Senaduría, la ganó y luego… volvió a despegar -se del suelo. No se acordó de cómo hacer capital político desde el Senado. Despercidió una increíble ventaja que le daba ser legislador federal y en vez de voltear a ver el estado, que -según- anhelaba gobernar, se puso a hacer relaciones públicas a nivel nacional, a proponer CERO leyes relevantes y a vivir de su prestigio como ‘luchador político’ de aquel emblemático Frente Democrático que dió paso al nacimiento del PRD.

Hoy, a sus 66 años de edad, la soberbia de Cristóbal, la misma que le llevó a distanciarse de Los Cárdenas, le vuelve a cobrar factura, tal vez la más cara de su trayectoria, al sentirse inalcanzable por múltiples encuestas la realidad le ha dado un duro golpe:

Adiós a la gubernatura de Michoacán, y esta vez, para siempre, pues aunque se vaya a buscar la candidatura por otro partido, su capital político ya no le alcanza, y los años ya tampoco le dan.

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