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Diario De Un Foráneo – Revoluciones Universitarias

Para todos aquellos revoltosos conscientes que se han animado a hacer grandes cambios dentro y fuera de las aulas

By: Mariano Bolaños Montañez

Estamos a un día de festejar el aniversario del inicio de la Revolución Mexicana, y quizás por las mismas fechas que atravesamos, el otro día llegó repentinamente a mi cabecita con severos problemas de alopecia hereditaria una verdad de la que pocas veces estamos completamente conscientes:

Dentro de los muros de las universidades (y sobre todo de las públicas) se siguen viviendo varias luchas revolucionarias que han sido punta de lanza para grandes y variados cambios.

Seguramente al igual que a tu servilleta, lo primero que se te vino a la mente fueron todas las marchas, protestas y manifestaciones que mes con mes se viven en el estado de Michoacán, y aunque cada quien tiene su lucha, sus métodos y sus méritos, hoy nos vamos a ir a un nivel más íntimo e interno.

Seguramente en más de alguna ocasión, has sido víctima o testigo de algún tipo de «injusticia» o «abuso» dentro de los salones de clases; seguramente en preparatoria o niveles educativos más básicos, el asunto no trascendía más allá de que los padres intervinieran.

Pero está ya es la UNIVERSIDAD, se supone que aquí ya todos somos adultos (o al menos estamos intentando serlo); se supone que aquí mamá y papá ya no van a llegar al rescate como otras veces lo hicieron… Ahora te toca aguantarte las ganas de chillar y seguir con tu vida.

Los caminos del señor son cosa seria, y a veces son más misteriosos que todos los episodios completos de Scooby Doo, y si a eso le sumas que estudiar una carrera es igual de difícil que intentar apagar un incendio a pedos, la cosa se pone color de hormiga.

En mi vida de foráneo, he tenido que lidiar en varias ocasiones con pequeñas revoluciones que han traído cosas buenas; en lo personal de mi persona mía de mi, hay dos que tengo muy grabadas en mi mente y en mi corazón:

En cierta ocasión, nos asignaron un profesor que, con todo el respeto que se merece como el profesionista que es, no estaba bien capacitado para enseñar una materia que ni él mismo comprendía; para que te des idea de la seriedad del asunto, no sabía cómo prender un aparato que se supone, nos iba a enseñar a usar.

Fue necesario que todos los alumnos del salón nos unieramos como piezas de Lego para redactar un oficio y solicitar un maestro con el nivel suficiente para estar al frente de un salón de clases a nivel universidad.

En otra ocasión, se llevaría a cabo un Congreso en mi facultad, por lo que se pidió la participación VOLUNTARIA de estudiantes para formar parte del Staff; yo tenía muchas ganas de participar, así que investigué más al respecto puesto que como sabrás, tuve que trabajar a la par de mis estudios porque tengo la pésima costumbre de tragar como 5 veces al día, y el evento no podía interferir con mi empleo.

Cuando me confirmaron que podía adaptar mis horarios de apoyo para participar parcialmente en el Congreso antes de irme a trabajar, me puse las pilas y me anoté en la lista correspondiente… Y agárrate, que el drama que te voy a contar a continuación es digno de un episodio en la Rosa de Guadalupe.

Resulta que en la primer reunión que hubo para organizar el evento (y resumiendo mucho todo lo que pasó), un profesor joven que recién había entrado a la facultad, se molestó conmigo porque no estaría de tiempo completo, argumentando con una actitud muy sangrona que «todos teníamos otras ocupaciones y cosas por hacer».

Pero el punto aquí y el detalle interesante es que la mayoría de mis compañeros que estaban presentes en el auditorio para la reunión me respaldaron, y le informaron al maestro que su servilleta era un asalariado víctima del sistema, y que trabaja sus 8 horas diarias.

Aunque esta historia la protagonicé yo, pese a que hubo muchas más parecidas con otros maestros y compañeros, y aunque quizás solo fue defenderse ante una actitud o postura irrazonable de un profesor, lo que quiero destacar es que no nos quedamos callados.

Van a llegar ciertos momentos en los que tendrás que levantarte en ‘armas’ y ante ciertas injusticias ponerte en plan de «No mi ciela… Saquen el traje de Adelita que nos vamos a poner revolucionarios».

Debes saber que hay ciertas peleas menores en las que no vale la pena desgastarse; pero si las afectaciones van más allá de salir 10 minutos tarde a recreo, y consideras que tus causas son legítimas, no dudes en defenderte.

La universidad (y todo lo que abarca) puede ser muy noble y desprendida contigo, pero en ocasiones también se porta más malévola que Jumanji… Así que te deseo toda la fuerza y sabiduría del mundo para los momentos en los que seas tú el protagonista de tus revoluciones, y espero que tengas una tropa tan poderosa como la que yo en su momento tuve.

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