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Rebelde a los 15… ¿Confío en el gobierno?

By: Itzia Ramos

ITZIA

 

El pasado primero de julio acompañé a mis padres a votar. Incluso después del asombro de observar la organización de las casillas, las mamparas y urnas, tenía un mal sabor de boca. Siendo honesta, no creí que fuera a funcionar.

Pensaba que, “milagrosamente», José Antonio Meade subiría hasta sobrepasar al líder (aunque las encuestas mostraran otra realidad). O que la población votante que tiene el privilegio de decidir por sí misma (sin amenazas de sus patrones) se quedaría dormida, y serían los votos comprados los que marcaran la victoria de algún partido.

Y es por esta razón que esa misma noche mi padre y yo quedamos en shock al ver a los candidatos, uno por uno, aceptar la derrota (bueno, excepto por el Bronco. Ese era obvio) El resto de mi familia se nos unió para observar a Peña Nieto tragarse el orgullo y anunciar al virtual ganador. Nuestras redes sociales se inundaron con festejos, pánico, peticiones para cambiar el nombre de México por “Venezuela ll”, uno que otro comentario de diplomacia y más pánico.

En sí, en todo este proceso electoral no tuve un candidato preferido: más bien tuve uno o dos (algunos días cuatro) que no quería que gobernaran. Por eso aclaro: no estoy implicando que si otro candidato hubiera ganado hubiera sido necesariamente fraude (excepto Meade, ese también era obvio)… sino que la victoria de Andrés Manuel me tomó por sorpresa.

Tal vez haya sido por el estado en el que habito, pero estaba segura que Ricardo Anaya ganaría. Los últimos meses había hecho las paces con la idea de que el singular pollito gobernaría este país por los siguientes seis años, y lo que eso implicaba (idea que prefiero no describir en esta columna, pues ni siquiera estoy segura si era verdad)

Y para mi mayor asombro, Morena se quedó prácticamente con el país. No bastó con la presidencia: diputaciones, senadurías, alcaldías, ¡tiene la mayoría! Mi teoría es que el voto de castigo arrasó con el pensamiento de “si el PAN y el PRI ya nos defraudaron, ¿por qué no darle una oportunidad a la izquierda?”

Un poco fuera de tema (y con todo respeto a lxs militantes de estos partidos),¿Pero acaso no es irónico que en el momento en el que el PRD y Movimiento Ciudadano deciden cambiarse de bando, gana el que acaban de dejar? Eso sí es tener mala suerte.

Como se darán cuenta, mi punto de vista es muy parcial… ¡y ni siquiera tengo la edad para votar! Esta fue una de las razones por las que evitava el tema en tiempos de campaña; no quería que mi columna se tornara en propaganda política. No tengo experiencia en esta área, y como en alguna columna expuse, probablemente sólo estaría repitiendo lo que mi familia me enseñó. No lo sé, tal vez hoy lo esté haciendo, y en unos años cambie de opinión… si eso pasa, les prometo que les mantendré informadxs.

Ahora que tenemos un ganador, no puedo desearle más que la mayor de las suertes, y mucha fortaleza para dirigir este país. Hoy, por primera vez, puedo decir que confío aunque sea un poco en el gobierno…

Andrés Manuelovich y su administración: por favor, ¡no me hagan cambiar eso!

Itzia Ramos, casi estudiante de preparatoria. Ferviente defensora de la libertad y los tacos de pastor con piña. Escribe poesía en sus tiempos libres.

 

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