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Ciudadanos Emergentes… ¿para qué eres gobernante?, ¿para ser popular o para ser eficiente?

Es de suma importancia del Estado de derecho en la función de gobernar, de la prioridad del diálogo, pero también de la facultad del uso de la fuerza pública; señalar la necesidad de crear mecanismos para darle voz a los pobres, abandonados a su suerte por los políticos; y en la transparencia y la vigilancia ciudadana como factores fundamentales para combatir la corrupción.

By: Arturo Ismael Ibarra

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El gobernante no debe ser la glorificación. El gobernante no debe ser un semidios. El gobernante no actúa en un circo, en el que todo mundo le debe aplaudir su ser y su quehacer.
No. Si tú ves el panorama, ¿cómo es posible estar callado, como ciudadano?, cuando el país se derrumba entre la incapacidad y la corrupción. Cuando eso viene en cascada, federación, estados, municipios y toda la estructura del poder, ¿debe uno permanecer callado? Entonces es indiscutible que las cosas están mal y tienen que replantearse. Unas están mal porque se agotó el sistema. Por ejemplo, la representación popular se ha erosionado, el gobernante ya no te representa. ¿Por qué? Porque la gente ya no tiene voz. Se tienen que encontrar mecanismos y todos, el periodista, el político, el académico debemos tratar de convertirnos en la voz del pueblo. Podemos equivocarnos, pero creo hacen falta voces porque la representación está agotada. Entonces sí tenemos que ser voces. Tú no puedes escribir nada más, tienes que escribir y opinar, y plantear soluciones o interrogantes, porque todos somos de alguna manera líderes parciales o totales de cierto sector de la sociedad, y la pasividad es lo único que no cabe en esta vida.

Los partidos políticos deben representar posiciones ideológicas, te deberías afiliar a uno u otro porque te representan tu idea; pero no, actualmente se diluyeron las posiciones ideológicas, ningún partido representa nada, son camarillas que viven del subsidio de las prerrogativas, y se reparten las prebendas; hoy no hay en México ni un partido porque o está muerto, hecho pedazos o no es partido, sino de una sola persona, pero no es una estructura territorial, es el liderazgo de un político diferente a la jauría política existente en el país, es todo un fenómeno.
Un partido político no debe ser una etiqueta para seguir a una persona determinada, un partido político debe ser un liderazgo natural, no debe obedecer al hastío de la gente en cuanto a las malas actitudes de los políticos y los gobiernos.

Una regla que debería ser inalterable, en la política, fuera que el político no se debe meter en los negocios y los empresarios no deberían formar parte del poder político, debe haber una división tajante; el político sólo es político, es una profesión que se ejerce como tal, y no debe estar vinculado a otro tipo de intereses porque eso afecta su desempeño.
En cada sexenio se descubre e inventa un nuevo país, no es que propiamente lo hagan mal, simplemente tiran a la basura todo lo anterior, empiezan de cero y no culminan su esfuerzo pues seis años no son suficientes; para la gravedad de los problemas seis años nada más es para apuntar las soluciones y señalar el camino, esa es en gran parte la tragedia.
Ya no hay carrera en la administración pública o en la política, se dan de alta de generales, hay gente que como primer cargo en su vida son secretarios en el gabinete del funcionario, sin haber sido antes nada, y ¿qué sucede?, que definitivamente cometen muchos errores; si son bienintencionados tratan de inventar y meten la pata mucha veces, y si son malintencionados nada más ven qué se llevan; falta formación de cuadros, carrera pública, establecimiento de condiciones de continuidad, de otra manera las buenas intenciones no sirven para nada; las buenas intenciones no gobiernan, se gobierna con capacidad, con eficiencia y con buenas intenciones, pero como complemento, no como único componente.

Al ser la política un proceso de acomodo de grupos y de alianzas de intereses, lo que la base ciudadana piense o decida no importa; ahora, si la estructura política se amarra con complicidades pues tiene que haber dádivas y prebendas, y el que da algo se queda y ahí viene toda la corrupción. No hay sanción ciudadana lo suficientemente severa, ¿por qué?, porque la ciudadanía podría castigar con el voto, pero tradicionalmente no es posible porque un candidato es malo y el otro es peor, y el otro ahí se va, entonces las opciones son tan limitadas que no hay forma ni de premiar o castigar las conductas.

Hoy se dio el fenómeno y ojalá continúe, y ojalá la gente se descubra que su voto fue determinante para derrumbar en parte un sistema, sintiéndose que dentro de tres o seis años ese voto va a ser abrumador a favor o en contra, pero un político así elegido nos cumple o nos cumple.
La aplicación del voto de castigo es buena, sí, pero lo mejor es hacerlo consciente, deliberado, ya que la gente entienda que como ciudadanos valemos mucho, si ejercemos nuestro voto. Y debemos hacer tarea política, en tu familia, en tu colonia, en tu barrio, comentar, discutir, analizar, ir ayudando a formar conciencia, irnos constituyendo como células activas de protección de nuestros intereses ciudadanos.

A la revocación del mandato, debemos decir: Sí, porque seis años de mal gobierno es del carajo, es una eternidad, se pierde demasiado y los seis siguientes no son suficientes para reconstruir. Destruir o desbaratar es facilísimo, volver a armar, volverlo a encauzar es muy difícil. Solucionar eso requiere otra estrategia de gobierno, ¿cuál?, la de la eficiencia, no la de la popularidad.
Como barres las escaleras de tu casa, de arriba abajo, así debe ser el combate a la corrupción. Si el titular no es corrupto ni tiene cola que le pisen, nada más tiene que exigirle a los tres que están debajo de él: a la primera pillería en tu área, tú y el corrupto se van; ¿qué vas a lograr con eso?, que se reduzca la corrupción en 85 por ciento. Corrupción siempre la va a haber, pero si es una expresión mínima y no es una forma de gobierno, el avance es muy importante. Acabar con la corrupción al cien por ciento, no es posible en ninguna sociedad, es parte inherente de la naturaleza humana, lo malo es cuando es epidemia.

Las etiquetotas de un gobierno no son buenas. Lo que México necesita es combate a la corrupción, alto a la impunidad y a la frivolidad, definitivamente un gobierno austero y republicano, y una reforma educativa importante porque no hay cambio en una sociedad sin educación, si no se avanza en eso, es etiqueta.
Cuando el funcionario elegido rinde protesta dice: “protesto cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanan”; nunca dice cuando no me dé miedo, cuando pueda correr un poquito de sangre, cuando se enojan los grupos afectados, cuando las comisiones de derechos humanos se rasguen las vestiduras; no, cuando se rompe el orden jurídico hay que restablecerlo; se debe dialogar primero, abrir el espacio de concertación, pero si no se da, se debe restablecer la vigencia del orden jurídico. Si no, cada grupo de presión es el que decide el destino de la comunidad y lo vemos en la realidad, cualquier grupito bloquea una carretera, agarra una gasolinería y reparte gasolina gratis, cualquier grupito toma una caseta de cobro; eso no puede pasar, porque si los grupos de presión son los que deciden el cauce de la acción gubernamental, las mayorías no organizadas están totalmente desprotegidas. El Estado de derecho es el que da armonía a los distintos intereses de la sociedad y los encauza; si no existe, esos intereses chocan y se cae en una condición de anarquía. Ahora, a veces eso no es popular, pero ¿para qué eres gobernante?, ¿para ser popular o para ser eficiente? Esa es la disyuntiva, se debe ser eficiente.

Arturo Ismael Ibarra Dávalos. Licenciado en Derecho por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Catedrático de la misma. Preside la asociación civil Bien Común Michoacán y la sociedad civil Por la Mejora en el Ámbito del Trabajo (Laborissmo). Es Secretario General del Foro Política y Sociedad.

Correo electrónico de contacto arturoismaelibarradavalos@hotmail.com

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