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La cuarta Revolución…Santa Lucía: el símbolo del nuevo régimen

Por instrucciones del Presidente Andrés Manuel López Obrador, el próximo lunes se instalará la primera piedra del aeropuerto de Santa Lucía, un acto meramente simbólico para dar un mensaje político, como acostumbra el Presidente, ya que aún no puede construirse el aeropuerto debido que al día de hoy no se cuenta con ningún estudio oficial de impacto ambiental, de sostenibilidad, logístico, factibilidad económica, aeronáutica o de cualquier otro tipo

By: Manuel Ochoa 

 Con la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México en Texcoco mediante una consulta, que no era ilegal pero tampoco legal, surgió el aeropuerto de Santa Lucía como la opción que reemplazaría a la mayor obra de infraestructura de América Latina en los próximos años. Este nuevo aeropuerto busca ser el símbolo del actual régimen presidencial, símbolo que podría ejemplificar sus fortalezas, pero también sus debilidades.

Por instrucciones del Presidente Andrés Manuel López Obrador, el próximo lunes se instalará la primera piedra del aeropuerto de Santa Lucía, un acto meramente simbólico para dar un mensaje político, como acostumbra el Presidente, ya que aún no puede construirse el aeropuerto debido que al día de hoy no se cuenta con ningún estudio oficial de impacto ambiental, de sostenibilidad, logístico, factibilidad económica, aeronáutica o de cualquier otro tipo.

Así, sin estudios completos y oficiales que aseguren la viabilidad de un aeropuerto logísticamente controversial debido a que se mantendrá la operación del actual Aeropuerto de la Ciudad de México y que pone en peligro el tráfico aéreo en el Valle de México, se ha presentado a Santa Lucía como la obra de infraestructura más importante del sexenio, tanto en términos políticos como en magnitud.

El simbolismo que representa Santa Lucía involucra políticamente el mensaje de separación de la denominada “mafia del poder” con las obras de infraestructura pública, pero también corre el riesgo de ser símbolo de la ineptitud, improvisación, e incluso nuevos modos de corrupción e influyentismo, la cercanía del empresario José María Rioboó con el proyecto, cuya esposa además fue nombrada ministra de la Suprema Corte de Justicia hace unas semanas, pone en perspectiva un nuevo “capitalismo de cuates”.

La obra de Santa Lucía está dirigida por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, dirigida por Jiménez Espriu, personaje que ha tenido sus propios escándalos dentro de la Universidad Nacional Autónoma de México, en específico dentro del Club Pumas, del cual fue Vicepresidente Ejecutivo donde fue acusado de malos resultados y malversación de fondos.

El Presidente tendrá que seguir muy de cerca el desarrollo de esta obra de infraestructura ya que tiene el alto riesgo de resultar un fracaso si no se siguen los reglamentos y estándares internacionales de aviación, tal es el riesgo que de no cumplirse con lo observado Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), no se permita que aviones procedentes de Estados Unidos aterricen en Santa Lucía.

El gobierno ha establecido la meta de que Santa Lucía quede terminado en Junio de 2021 con un presupuesto de 68 mil millones de pesos más IVA, que representa un costo de 25% del proyecto de Texcoco; sin embargo Santa Lucía tendrá el potencial de mover 18 millones de pasajeros, mientras que Texcoco estaba planeado para mover 70 millones de pasajeros, 4 veces más. Adicionalmente el costo ha incrementado en 11% a lo originalmente planteado.

Los aeropuertos operan de manera muy diferente a otras obras de infraestructura gubernamentales, y es que estos representan ingresos importantes hacia el gobierno mediante la recaudación del TUA (Tarifa de Uso Aeroportuario) que se cobra directamente al usuario de este, el valor actual de dicho impuesto es de 44.07 dólares para vuelos internacionales y de 23.20 dólares para vuelos nacionales.  Con este impuesto se opera y da mantenimiento al aeropuerto y el gobierno obtiene ingresos adicionales.

En el caso de Texcoco, dos terceras partes de la inversión representaban el uso del anterior impuesto e inversión privada, mientras que para la inversión de Santa Lucía será utilizado íntegramente gasto público, además que no se contará con el excedente de la utilización de los terrenos del actual Aeropuerto de la Ciudad de México.

El aeropuerto de Santa Lucía tiene el potencial de representar un gran logro para el Presidente, potencial que se puede diluir si la obra resulta un fracaso o hay corrupción, ya que no podemos olvidar, que será la obra más observada del actual régimen político. El tiempo dirá el legado de la misma, aunque sin duda será el símbolo del nuevo régimen. 

 

Manuel Ochoa

 

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