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En Loco Tidiano… Es de gordos…

 

By: Rosío Morelos.

“De limpios y tragones están llenos los panteones”.

 

Dice la sabiduría popular (lo tomé de un meme) que “eres de quien te engorda”, y aunque la idea podría parecer en un principio negativa (debido a que evoca la conversión de uno mismo en una albóndiga con patas, cortesía de la prenda amada), lo cierto es que es una frase que resulta en muchos casos cierta y hasta romántica (si se le ve por el lado “amable”).

México es un país de gordos (posee el sexto lugar en obesidad en el mundo de acuerdo a la FAO) y gran parte de la culpa seguramente la tiene nuestra creativa y deliciosa gastronomía.

No existen límites en la imaginación de nuestros artistas culinarios, que se jactan de desarrollar combinaciones bizarras que en algunos casos podrían parecer excesivas y hasta redundantes, por ejemplo: la famosa torta de tamal (invento chilango también llamado “Guajolota”); las famosas “tortitostadas” de Santa Clara del Cobre (que son un orgullo michoacano), o bien un “antojito”  un poco más estándar que abarca gran parte de la república: un elote preparado con crema, mayonesa, queso; bañado además en salsa de aceite de cacahuate y decorado con pedacitos de tortilla frita en la cima.

La creatividad se extiende más allá de la cocina, lo bizarro se encuentra hasta en los nombres de platillos: “olla podrida”, “huevos en rabo de mestiza”, tacos de “pitufo”, etc. (El nombre por cierto no es ningún impedimento para desanimar a la concurrencia de tragones).

A pesar de que México es un país de gordos, todavía  existe cierto rechazo a la condición, ya sea por ser vista como un insulto a la estética (de acuerdo a los cánones que deciden personas que no son precisamente dignos ejemplos en cuanto a belleza se refiere) o bien debido a que representa un foco rojo en temas de salud.

De cualquier manera, existen maravillosas habilidades que todo gordo que se respete posee: la primera de ellas es la capacidad mística de ubicar lugares de comida a kilómetros a la redonda con solo apuntar la nariz; otra habilidad es la de no arrugar la nariz, ni desairar a sus anfitriones a la hora de la comida, (no importa que ya se haya comido, ni que no sea muy fan del plato que le ofrecen); finalmente, todo gordo sabe que hay pocas cosas que valen la pena en la vida y que la buena comida, es ciertamente una de ellas.

 

Luz Rosío Morelos. Egresada de letras, distraída de oficio.

Contacto: chio.moregu@hotmail.com

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