SOFTNEWS

Saliendo del clóset… Alto a los crímenes contra Homosexuales, Lesbianas,  Bisexuales y personas Trans en Michoacán.

 

By: Raúl Martínez 

A pesar del avance que se han dado en los últimos años en el reconocimiento de derechos a las personas Homosexuales, Lesbianas, Bisexuales y trans en Michoacán, las diversas manifestaciones de violencia ejercida en su contra parecen no haber disminuido, al contrario van en aumento. Imposible es conocer el alcance y la magnitud de las agresiones asociadas a la orientación sexual y a la identidad o expresión de género, debido a la ausencia de sistemas oficiales de recolección de datos desagregados que pueda dar cuenta de las particularidades y las tendencias de este tipo específico de violencia  y la nula acción que permita el acceso a la justicia.

El término crímenes de odio (hate crime) surgió en Estados Unidos, en 1985, cuando una oleada de crímenes basados en prejuicios raciales, étnicos y nacionalistas fueron investigados por el Federal Bureau of Investigation (FBI). Como resultado de ello, los medios de comunicación tomaron el término por su valor de impacto en los titulares; sin embargo, también dieron paso al surgimiento de una literatura académica. En un principio, esta literatura se utilizó, particularmente, para referirse a aquellos crímenes en contra de grupos raciales, étnicos o hacia ciertas nacionalidades. A partir de entonces, los diferentes movimientos para la promoción y protección de los derechos humanos lo han adoptado,  El crimen de odio es una construcción social, y como tal debe estudiarse a partir de la prevalencia de actitudes de discriminación social en sociedades que toleran, e incluso promueven, la violencia ejercida contra las minorías sexuales, religiosas o raciales. En México se ha vivido durante décadas un importante vacío legal que permite que la discriminación contra una minoría homosexual se practique y difunda libremente a través de los discursos de grupos religiosos, de organizaciones conservadoras y de los medios de comunicación, desde revistas sensacionalistas y amarillistas, hasta emisiones televisivas y representaciones públicas y privadas amparadas en el arte y circo, (obras de teatro, stand up y algunos espectáculos callejeros como el de los payasos en el centro de la ciudad de Morelia) amparadas y permitidas por la autoridad, que hacen del homosexual, la lesbiana y de poblaciones trans objeto de mofa y escarnio social. Que los últimos días ya han pasado del discurso a provocar la negación de servicios, las agresiones físicas además de las psicológicas y económicas a quitar la vida de manera cruel y despiadada. Como el crimen cometido la semana pasada aquí en la capital del Estado, donde no basto golpearlo para quitarle la vida, además le prendieron fuego. Y es ahí donde podemos señalar el odio, la homofobia reflejada en la acción.

En este aspecto, la discriminación ha subsistido en los mismos cuerpos de impartición de justicia, donde al denunciarse un crimen donde la víctima es un homosexual, una lesbiana, o una persona trans, de inmediato se procede a calificarlo como crimen pasional, desechando por esta vía todo vínculo con lo que pudiera considerarse un crimen de odio, haciendo de la víctima el responsable de lo sucedido. Es la misma lógica aplicada a muchos de los casos de mujeres violadas e, incluso, en asesinatos relacionados con el género: ‘ellas se lo buscaron, ¿qué hacían de noche fuera de su casa?’.

El argumento es invariable: la víctima propició, con su conducta, atuendo o insinuaciones, el crimen o delito que finalmente terminó con su existencia. No hay nada que perseguir. Violadores y mujeres casquivanas pertenecen a una misma escoria social, y si un homosexual amanece acuchillado —se concluye— esto sólo puede deberse a la venganza pasional de otro ser de una especie semejante. Es conocido, sentencian los partes policiacos, los “homosexuales” se matan entre sí.

La violencia sexual y la saña perpetradas en los asesinatos de personas LGBT son indicios inequívocos de la intención de infringir daños físicos, dolor y sufrimiento excesivos a sus víctimas antes de ser ultimadas. Y este ensañamiento podría estar, a su vez, motivado por los prejuicios y/o el odio de los perpetradores hacia la orientación sexual o la identidad de género de las víctimas.

la elaboración del Protocolo de Actuación para el Personal de las Instancias de Procuración de Justicia del País, en casos que Involucren la Orientación Sexual o la Identidad de Género, adoptado por la Conferencia Nacional de Procuración de Justicia es un buen paso en la dirección correcta para enfrentar de manera adecuada y eficaz el problema de la violencia en contra de las personas LGBT. Se trata de un protocolo de avanzada que reconoce la participación de “la familia social” de las víctimas en el proceso de investigación de los hechos y establece lineamientos de garantía de no revictimización o criminalización de las víctimas por parte de los agentes ministeriales. A este Protocolo deberá seguir la homologación del tipo penal de los crímenes de odio o por prejuicio en todos los códigos penales del país que dicho sea de paso, mientras no se evalué e incentive a ministerios públicos y jueces, poco se podrá hacer, ya que en Michoacán desde hace algunos años se encuentra tipificado como agravante pero poco se a avanzado y la creación de mecanismos oficiales de recolección de datos de manera desagregada de acuerdo con la diversidad de identidades sexuales y de género.

¡Basta! No más Crímenes contra Homosexuales, Lesbianas, Bisexuales y Trans.

No Más violencia, No más Discriminación, No más muertes por la Orientación Sexual, la identidad o la expresión de género.

Botón volver arriba