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En Loco Tidiano… Orgullosamente Godínez.

 

By: Rosío Morelos.

El confort no reconforta

¿Y a costa de qué sudores llegan cuentas?

Tantos siglos tropezando

Siempre con la misma piedra.

Ojos de Brujo.

 

Aunque no existe una completa certeza, hay quienes afirman que el apellido “Godínez”, es un patronímico que viene del nombre “Godino”, cuyo origen se remonta al imperio visigótico. Sin embargo, independientemente de sus raíces, se ha vuelto muy popular utilizar este término, para referirse ya no a una persona, sino a una figura de la sociedad que encontramos en cada oficina grande que se respete.

Cuenta la leyenda que  la creación de este personaje ya se perfilaba desde los años 60 gracias a la telenovela “Gutierritos” (en donde el personaje en cuestión era un mediocre que se dejaba “mangonear” por la esposa, los hijos y el jefe y cuya aspiración a la seguridad lo mantenía anclado a ese estilo de vida). Otros, en cambio, ubican la aparición de esta figura social gracias al programa “El chavo del 8”, en donde uno de los personajes es el niño “Godínez” que se caracterizaba por ser un despistado en el aula de clase y no saber las respuestas de las preguntas que le hacía “El profesor Jirafales” (alias “el maistro Longaniza”).

Independientemente del origen del nombre, lo cierto es que la figura del también llamado “Godín” ha llegado para quedarse y su caracterización se amplía cada vez más a través del reconocimiento social de ciertas conductas típicas.

Un orgulloso “Godínez” es aquel trabajador dispuesto a rifarse con horas nalga en un empleo monótono, (normalmente frente a una computadora y dentro de una enorme oficina cuadrada, en donde abundan cubículos iguales por todas partes).

Se puede reconocer a un “Godín” incluso a distancia, debido a su vestimenta formal (aunque la viste con cierta actitud desgarbada, lo que hace notar que no es de su predilección). También porque carga en menudas ocasiones con su termo de café y su tóper con el lonch que le mandó su mamá, esposo (a) o que se prepararó él mismo a falta de algún ser piadoso y empático.

A pesar del tedio que representa trabajar en una deprimente oficina (sobre todo si es de gobierno, en donde el “bajo presupuesto” y la maquinaria arcáica son comunes) el orgulloso “Godínez” mantiene su actitud bonachona y no se avergüenza de portar (hasta en la calle) el gafete de la empresa que lo identifica.

Además, reconoce que tiene sus ventajas trabajar con un numeroso grupo de personas: no falta quien le venda productos por catálogo (que se pueden hojear calmadamente siempre que el jefe esté ausente), también existe la posibilidad de ahorrar participando en tandas, de organizar cumpleaños y “convivios” (que siempre son un buen pretexto para comer garnachas, perder tiempo de trabajo y ponerse al día con los chismes más relevantes de la oficina), y también, a falta de un estricto control de las multitudes, el ambiente se presta para echarle la culpa a otros de alguna falta propia, y hasta organizar huelgas y plantones.

No todo es miel sobre hojuelas. Hay ciertos temores que todo “Godínez” enfrenta en el día a día, por ejemplo: no encontrar la tarjeta para el control de asistencia cuando saben que ya tienen el tiempo encima; que no les hayan depositado su quincena a tiempo a su tarjeta de nómina; que el jefe los sorprenda “haciéndose patos”; que los compañeros les roben los lápices, engrapadoras u otros utencilios de papelería; que mientras van al baño el bromista de al lado publique desde su cuenta de facebook alguna barbaridad; o que algún gandalla les dé “baje” con su comida (en caso de que compartan un refrigerador comunal).

Probablemente no esté dentro del sueño de ningún niño convertirse de grande en “Godín”: la mayoría quizás sueñan con el protagonismo de ser bailarines, cantantes o astronautas. Lo cierto es que, a pesar de las duras críticas, a veces no queda de otra. Además, hay muchas buenas razones para sentirse orgulloso de pertenecer al grupo identificado como los “Godinez”: la dignificación del trabajo, la constancia, la puntualidad, la disposición para escuchar, la habilidad para seguir instrucciones, la disciplina en la organización, el trabajo en equipo y el compañerismo (que son valores admirables en cualquier sociedad).

Luz Rosío Morelos. Egresada de letras, distraída de oficio, afecta a no dar explicaciones.

Contacto: chio.moregu@hotmail.com

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