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En Loco Tidiano… Enamorarse

 

By: Rosío Morelos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero

Es tan corto el amor y tan largo el olvido.

Pablo Neruda.

No hay comportamiento más lunático que el de una persona enamorada, (salvo quizás el de las personas que en efecto han sido diagnosticadas con algún trastorno mental).

Enamorarse de alguien es volverse aficionado a una droga que nos hace actuar de manera impredecible y que además nos vuelve peligrosamente vulnerables. Ese, sin embargo, puede no ser el mayor de los problemas, lo peor del asunto es que en algunos casos dicha droga ni siquiera está disponible para nosotros a pesar de los muchos esfuerzos y ridículos que podamos poner en práctica.

En otras ocasiones el problema no es que la droga nos haya sido negada, sino que deliberada y malévolamente dejo de suministrarnos lo que tanto necesitábamos.

En cualquiera de estos casos no podemos controlar la situación, por lo que a pesar del drama interno que podamos sufrir, la salida es hasta cierto punto fácil y consiste en echarle toda la culpa a la prenda amada, (es común descargar el resentimiento bebiendo, mientras se canta en algún karaoke de mala muerte canciones como: “pero tú que me has dado falsas promesas de amor”,“ ingrata, pérfida, romántica insoluta”, “rata de dos patas, te estoy hablando a ti”).

En otras ocasiones a pesar de lo enamorados que podamos sentirnos, llegamos a un punto decisivo en el que nuestro cerebro ha conseguido despertar de su letargo para pasarnos factura de todo lo que hemos arruinado por intentar conservar una relación cancerígena. En estos casos se vuelve todavía más difícil el proceso de desprendimiento, ya que al ser conscientes del problema, somos nosotros mismos los encargados de cortar un suministro que en muchas ocasiones no estamos seguros de querer dejar o que incluso se resiste a ser abandonado.

Otra situación que puede presentarse es que nos encontremos consumiendo una droga a la que (de pronto nos damos cuenta) en realidad no somos adictos (incluso puede ser que hayamos empezado a consumir otras drogas a las que descubrimos que somos más adeptos). En estos casos nos volveremos inevitablemente los villanos de la película, por lo que no queda más que “apechugar” y tratar de pasar página lo más discretamente posible, intentando no dañar (en la medida de lo posible) a la droga que hemos decidido dejar.

El amor es siempre errático, a veces es correspondido y en otras ocasiones no y aún cuando es correspondido, no tenemos la vida resuelta. Las personas enamoradas actúan siempre de manera extraña, un mismo hecho puede significar cosas muy diferentes dependiendo de las circunstancias y de la persona a la que nos enfrentemos.

Supongamos que una persona enamorada de nosotros ha tenido el “buen gusto” de colocar un gigantesco letrero en algún puente para que la ciudad entera se de cuenta de sus sentimientos. Si el letrero fue colocado por una persona a la que no consideramos ni de broma como prospecto amoroso, probablemente nuestra reacción será desacreditar el detalle, pensando que se tiene el mismo mal gusto de los delincuentes que gustan de colocar sus “narco lonas”. Si el enamorado (a), en cambio, nos atrae, (aunque sea un poco), quizás se podrá pensar que aunque el gesto es ridículo, tiene puntos por el esmero y el tiempo que dedico a la tarea, razón por la cual vale la pena darle una oportunidad. Y si, no solo adoramos la lona del “naco (a)” que se atrevió a colgarla, sino que somos capaces de bajarla del puente y guardarla por años, para que pueda ser reutilizada como toldo en las fiestas infantiles de nuestros hijos y posteriormente en los campamentos de nuestros nietos, no cabe duda de que tenemos que agradecerle a la vida el  habernos encontrado en el camino a alguien con el que podamos compartir la misma locura.

Luz Rosío Morelos. Egresada de letras, distraída de oficio, afecta a no dar explicaciones.

Contacto: chio.moregu@hotmail.com

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