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La Tragedia En Peribán: Doña Esperanza Vio Cómo El Río Se Llevó A Sus 2 Hijos Y 3 Nietos

STAFF/ Envíada.- O.Melissa García – @OmaidaMelissa

“Sentí que me iba a volver loca cuando vi que iba el carro caminando pa´ abajo… ojalá -el río- se hubiera llevado toda la casa, pero no a mis hijos” …con la mirada perdida, sentada en la cochera de una de sus vecinas, Esperanza Álvarez Centeno seguía sin aceptar que la tromba que azotó el municipio de Peribán la tarde del domingo 23 de septiembre se hubiese llevado a dos de sus hijos y a tres de sus nietos.

Con una vivienda apostada en las márgenes del río Cutio, con tres recámaras edificadas de ladrillo y una pequeña barda que delimitaba su hogar, Esperanza observó como la ferocidad del agua arrasaba con el vehículo en el que sus hijos José Alberto y Javier estaban resguardándose del agua.

Los dos jóvenes se encontraban sentados en el carro que tenían como transporte, pero junto con ellos, José Alexandre, Brayan y Cristi de 3, 4 y 7 años, esperaban en el asiento trasero a que sus padres, los bajaran y metieran a su casa.

La creciente no permitió que eso sucediera, el caudal llegó a la vivienda y con ello arrastró en un instante el carro, ninguno de los tripulantes pudo salir.

La mujer de 69 años de edad, observó, sin poder hacer nada, cómo el agua junto con el lodo y las piedras se llevaba una parte de sí misma.

“Sentí que me iba a volver loca cuando ví que iba el carro caminando pa´ abajo,” relata mientras los ojos se le enrojecen, mientras espera a que los cuerpos de Javier, su hijo, y Brayan, su nieto de 4 años, lleguen a la cochera que su vecina le prestó para poder velarlos, ambos habían sido localizados sin vida río abajo.

Con 16 años viviendo junto al río Cutio, Esperanza nunca vio que la creciente se saliera de su cauce, sin embargo, en esta ocasión no solo a ella misma la arrastró el agua, la creciente, como dice, se llevó parte de su vida.

“Siento la muerte”, solloza, “que voy a hacer sin mis hijos, sin mis nietos”, suspira al tiempo que se talla los ojos, esos que de tanto llanto se hinchan de desolación.

Sin consuelo alguno, ya solo espera que el cuerpo de José Alberto y de sus otros dos nietos aparezcan. La fe, dice, la perdió en el momento en que vio cuando el carro desaparecía.

 

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