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Rebelde a los 15… ¿Mi trabajo, arte? Buen chiste.

By: Itzia Ramos 

ITZIA

Como lectora y como audiencia siempre he tenido una inseguridad: si lo que estoy consumiendo es en verdad «arte». No soy de escuchar música sinfónica o leer clásicos literarios, obras maestras como el Quijote o la Ilíada. Es por esta razón que no me considero una persona culta: leo, canto, escucho sólo lo que me gusta e interesa… que no tiene mucha complejidad (la copia de la copia de la copia de las bandas del boom grunge en los 90’s)

Este miedo suele permear en mi identidad de escritora, poeta… la pregunta siempre llega en algún momento: Olvidemos lo que me gusta, ¿es en verdad lo que hago «arte»? ¿no es demasiado… simple?

Pequeña referencia: el estilo con el que redacto estas columnas no es muy diferente con el que escribo poesía. Juego con retóricas muy básicas, ignoro completamente la métrica y la mayoría de las veces la rima. Soy igual de rollera que aquí, y me desvió fácilmente (como aquí…ups)

Suelo excusarme diciendo que Cervantes no es mi estilo, que si escribo es para mí y no para el mundo, que en algún momento daré el clavado a nuevas áreas, bla bla bla. En realidad, estoy muy consciente que todo lo que creo es un reflejo de lo que escucho, leo, observo: si leo un libro, la voz del narrador o narradora será la de mis pensamientos por unos días, y por consiguiente, de mis escritos.

Por ejemplo, en este texto escucho un poco de Elena, la protagonista de «La amiga estupenda» de Elena Ferrante, con una mezcla de las letras de Hayley Williams de la banda Paramore (sí, eso existe)… pero no son ellas las que hablan, soy yo, con su voz y sus gestos.

El explorar otros textos, por ejemplo, las tragedias de Shakespeare, significaría tener… dolores de cabeza como inspiración, ¡me tomó dos meses leer las adaptaciones para niños de sus obras y ni siquiera pude terminar Otelo para la secundaria! (lo siento Vania)

Así que no podemos olvidar lo que me gusta, ¡porque es lo que definirá mis obras futuras! Y así volvemos al inicio del problema.

Creo firmemente que nadie es 100% auténtico, sea en la redacción o simplemente en su personalidad. Somos collages de pequeños pedacitos de los ambientes en los que convivimos, y eso no tiene nada de malo.

Sin embargo, en el fondo siempre sonará una vocecita diciendo: «esto no es arte, esto tampoco, uyy m’ija esto menos» He crecido con esa idea de que lo artístico es lo que se encuentra en los museos, en colecciones rojas de tapa dura y 500 hojas o en partituras con más de 200 años, punto. Lo demás son sólo garabatos y progresiones de acordes trilladas.

Me encuentro entonces en un dilema: aguantarme las ganas de quemar las tragedias de Esquilo y leer (aprendiendo muchas cosas nuevas en el trayecto) junto con hacer el cambio de twenty one pilots por Bach o seguir retando la definición de «obras de arte», escribiendo y escuchando lo que me gusta.

(Algunas incógnitas por resolver que parecen ayudar: ¿Lo hago por miedo o lo hago por ganas de crecer? ¿Quiero hacerlo o lo hago porque me dicen? ¿Me estoy presionando muy poco o demasiado? ¿Estoy haciendo mucha instrospección o la estoy evitando? y muchas, muchas más)

Mientras mi cabeza encuentra una solución, ¡les deseo un buen fin de semana! Nos veremos el siguiente viernes con más dilemas personales.

Itzia Ramos, ¡al fin! estudiante de preparatoria. Ferviente defensora de la libertad y de los tacos al pastor con piña. Escribe poesía en sus tiempos libres.

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