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¿Qué pasa con México?

Por Manuel Ochoa

En los últimos 12 años, México ha vivido tiempos de plena estabilidad económica. La clase media ha ido en crecimiento, esto ha generado la creación de un autentico “sueño mexicano”. Sin embargo  aunque México ha dejado de ser un país pobre, aún le falta mucho camino por recorrer para llegar a ser un país rico. El verdadero problema es que el sistema de poder político y económico con el que vivimos se niega a realizar ese cambio, ya que lo que desea es mantener los privilegios que benefician a las familias más ricas del país.

En ningún rincón del mundo puede haber prosperidad si el sistema está mucho más a favor de los deseos de los más ricos, a costa del resto de la sociedad. México ha transitado por diversas etapas en las cuales el poder se concentra y luego se distribuye, esto ha ocurrido una y otra vez en la historia de nuestro país. Los aztecas mantenían el control sobre el resto de las regiones, luego este control se esparció por toda la nación debido a la llegada de los españoles, ellos lo volvieron a concentrar y se volvió a esparcir con la guerra de independencia, es una cuestión cíclica.

Actualmente el poder económico está concentrado en familias que fueron beneficiadas por la privatización de sectores que se mantenían bajo el control gubernamental antes del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, siendo este quien hizo figurar a alrededor de 20 mexicanos en las listas de los más ricos del mundo al concluir su sexenio. La realidad es que la población de la clase media formal paga una tasa impositiva más alta que quienes manejan el poder económico. Aquí es donde encontramos el verdadero peligro para la nación, cuando la desigualdad económica se traduce en desigualdad política.

Desigualdad política no es en referencia  a los partidos políticos, sino a la desigualdad que padecen los ciudadanos ante su falta de poder para mandar realmente en el gobierno como una verdadera democracia debería funcionar.  Los gobiernos van y vienen,  pero los ciudadanos somos los que permanecemos y los únicos capaces de incentivar una transformación profunda que pueda  traducirse en prosperidad para la nación.  De lo contrario, los favores políticos a los poderosos aumentarán, y entonces entraremos en un peligro aún mayor.

Si México quiere realmente llegar a ser un país rico con el pleno ejercicio de sus libertades, necesita en primera instancia arreglar su política extraccionista, transformándola en una política que incentive la generación de riqueza y valor agregado para el grueso de la población. En segundo lugar debe mejorar sus instituciones, la mayoría de ellas cuentan con fugas de dinero del erario, convirtiéndolas en ineficientes y grandes fuentes de corrupción.

Después de realizar estos dos pasos fundamentales, el gobierno debe emprender reformas estructurales que estimulen la inversión y la innovación. Algunas de ellas ya están siendo promovidas por el actual gobierno, y a través del pacto por México se consiguió un gran avance político para que estas puedan cimentarse en un corto plazo. Finalmente, es necesario que se favorezcan condiciones de competencia equitativas para la población en general, ya que con tantos monopolios y oligopolios que tenemos en el país, jamás se incentivará el emprendimiento y la innovación en sectores que están altamente concentrados.

Estos son los pasos que México tiene que dar para dejar la mediocridad a un lado e iniciar su camino a la prosperidad. Para esto se requiere el compromiso ciudadano y principalmente la unión de los mismos mediante la búsqueda de puntos de acuerdo en común. México es un gran país, pero es más grande aún la fuerza de todos sus ciudadanos unidos por una causa común, la historia nos lo ha demostrado.

Twitter: @ManuelOchoa_

Email: amanuelochoa@gmail.com
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