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Gustavo Adrián // By @indiehalda

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Por Oscar Hernández

Cuento con una mano a mis ídolos; admiro a muchas personas en diversos campos de acción: deportistas, escritores, artistas… pero son contadas las figuras a las que tengo en un pedestal y les rindo pleitesía, como si de mi propio Olimpo se tratase. En la cima de este panteón personal se encuentra el porteño que esta semana cumplió 3 años de haber dejado este mundo: Gustavo Cerati.

Haré uso inadecuado de este espacio para confesar mi pecado: he vuelto muy poco a su música en los últimos meses. Quizá el trabajo, quizá mi melomanía exacerbada por los servicios de streaming, quizá el miedo a perderme en una discografía rica en momentos, en lírica, en frases demoledoras y en guitarras perfectas. Todas excusas. A la obra del bonaerense hay que visitarla seguido, reencontrarla y reencontrarse con esos momentos construidos alrededor de su música.

No hay pasajes medianos en su discografía solista: Desde el sólido “Colores Santos” hasta el conceptual “Fuerza Natural”, los 17 años en solitario de Cerati, aderezados por sus muy necesarios retornos a Soda Stereo y sus exploraciones a los terrenos de lo electrónico y lo sinfónico, lo de Gustavo es una genialidad sin comparación en América Latina, y que compite -con sus salvedades- con los grandes nombres de la historia universal de la música.

A su versatilidad musical le debo mucho. Puerta de entrada a los otros grandes de la escena sudamericana, pero también a un mejor entendimiento de The Police y The Cure, a escuchar por vez primera a Miles Davis, a entrarle sin miedo ni prisa a la electrónica ambiental (si no han escuchado el score que hizo para +BIEN ya va tarde, querido lector).

Hoy en día mi reproductor musical trae lo mismo a Harold Budd que a LCD Soundsystem, a Stars of the Lid que a New Order, a MONO que a Washed Out… bandas van y vienen, y los que siguen ahí, expectantes y quiero pensar a veces ansiosos, son los discos del ídolo, esperando volver a caminar conmigo.

A veces te encuentro, Gustavo.

Recordarte es un hermoso lugar.

Hasta donde te encuentres, gracias.

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