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El Día Que Intenté Vivir O Un Largo Adiós Para Chris Cornell

STAFF / Carlos Albarrán

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Foto Vía: Facebook Chris Cornell
Las malas noticias siempre tienen alas: en una nota con fecha del 18 de mayo y aparecida en el diario español «El País» (aunque es difícil precisar quién se llevó la exclusiva debido a la cantidad de información que circula en la red: ojo por ojo, imagen por imagen) se informa que el cantante de 52 años de edad Chris Cornell falleció en la ciudad de Detroit, Michigan, después de una presentación en aquella ciudad y que formaba parte de la gira norteamericana de su banda, Soundgarden, la cual comenzó en abril pasado. El mito personal señala que nació en Seattle, Washington y que aprendió a tocar el piano a la tierna edad de siete años. Pero el otro nacimiento, por así decirlo, es en 1984 cuando Chris junto con el infravalorado guitarrista Kim Thayil, el baterista Matt Cameron (también de Pearl Jam) y el bajista Hiro Yamamoto (pronto substituido por Ben Shepherd) se unieron para dar forma al Jardín del Sonido.
La prensa especializada y el azar de las circunstancias los vincularon al «grunge», género que explotó como una granada de mano a principios de la década de los noventa y cuya figura principal tuvo por nombre Nirvana y por rostro la mueca desencajada de Kurt Cobain. El vocalista tuvo una labor destacada desde aquellos días formando parte también de Temple of the Dog y contribuyendo a la formación de los ya citados Pearl Jam cuando presentó a Eddie Vedder con Stone Gossard y Jeff Ament.
Sobre la escena que rodeó al grunge basta mencionar que por allí anduvieron los Melvins, Green River, Meat Puppets, Afghan Wigs, Screaming Trees, Tad y un largo, largo etcétera.
Chirs-Cornell
Foto Vía: Paul Lorkowski
En 1997 Cornell rompe con los demás miembros de la banda y forma Audioslave uniendo fuerzas con los tres huérfanos que dejó Zach de la Rocha al abandonar Rage Against the Machine. El supergrupo -producido por ese genio del bien llamado Rick Rubin- duró tres álbumes y luego dijeron adiós. Un tanto lógico si pensamos que era una unión antinatural poner juntos a tres guerrilleros veganos junto a una estrella del rock diez años mayor que ellos y que luchaba contra una severa adicción a la heroína.
Las reacciones ante su muerte se cuentan por miles, portales web dedicados a géneros tan dispares como el country alternativo o el doom metal lamentan su fallecimiento y presentan sus respetos hacia los deudos. Sin duda, Chris se unió en algún lado a Layne Staley, Andrew Wood, Shanon Hoon y otros compañeros suyos para continuar con el jam mientras Cobain se caga de risa como una hiena observándolos desde una esquina.
Nueva York, 1998
Desde la azotea del edificio se ve la línea del horizonte que ha vuelto mundialmente famosa a esta ciudad. Dos jóvenes inmigrantes platican de todo y nada a la vez, le dan la última fumada a un porro y reúnen los últimos pennies para comprar otro six pack de cerveza Sam Adams. Frente a la vieja grabadora Sony Xplode yacen un montón de cassettes revueltos y unos sobre los otros. Buffalo Daughter, Tricky, Massive Atack, Pulp, Boards of Canada. Uno de los presentes toma uno aleatoriamente y lo coloca dentro de la casetera.
Luego una voz de casi cuatro octavas comienza a cantar:
«I sure don’t mind a change but i fell on black days. How would i know that this could be my fate…». De repente el aire cambia de dirección y ellos también saben que el tiempo se acaba. Cansados y con los ojos rojos, los dos hombres se despiden en silencio de la epopéyica Gran Manzana. Solo queda, como incómodo testigo del adiós, el enorme y también rojizo sol que se esconde por detrás de las Torres Gemelas, imaginando sin la certeza que otorga la historia, que nada dura para siempre.

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