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Emputada

Por La Eriz

“Nos dijeron putas, y nos emputamos” Bajo este lema retomamos en Morelia la Marcha de las Putas como parte del movimiento que ya se realizaba por todo el mundo. La consigna principal era lograr el respeto hacia las mujeres ya que en diferente medida, con escenarios diversos, todas hemos sido víctimas de acoso.

Marchamos contra las miradas lascivas, los piropos incómodos, las manoseadas en el transporte público. También marchamos contra los estigmas, sobre todo contra la palabra: PUTA. Argumentamos que si nos llegábamos a apropiar de ella, dejaría de ser una “mala palabra”, puta como diminutivo de prostituta, el oficio más antiguo del mundo y el primero en volver al sexo como una mercancía. Resulta paradójico que todavía exista gente que se sorprende ante el término.

Pero sobre todo marchamos contra los velos que aún cubren nuestra mente, empezando por la negación del placer a las mujeres, la capacidad de decidir con quién compartir ese placer y por lo tanto ser responsables de nuestros actos. Decía la sexológa Anabel Ochoa: el miedo y el silencio nos están matando. Es completamente cierto.

Quizá lo que llamó más la atención es que esta marcha fuera encabezada por tres perfectas desconocidas sin intereses políticos ni mucho menos monetarios. Me dio mucha risa ver cómo se nos colgaron milagritos y asociaciones civiles. También me sorprendió la respuesta de la gente, quienes pasaron la voz entre redes sociales y logramos que miles se enteraran de nuestra marcha. No todos la comprendieron eso sí.

Las feministas radicales nos criticaron por autodenominarnos putas. Los “luchadores sociales” nos criticaron por no invadir el domingo de bicicletas que se hace cada semana por la Avenida Madero y obvio por no gritar consignas contra el gobierno machista y represor. Muchas familias de gente bien se sonrojaron al escucharnos. Algunas niñas pasaron la invitación al evento por Facebook con la leyenda “para fulanita porque es BIEN PUTA”. Aunque la respuesta de los medios de comunicación fue increíble, algunos fotógrafos se regresaron decepcionados por “no haber visto ninguna vieja encuerada” pff.

Terminó el día y terminó la marcha, no así las ganas ni aquello que se nos despertó ese día: nuevos cuestionamientos, otros planteamientos sobre nuestras relaciones sociales. Puede ser que el machismo siga vivo, que todavía nos asusta la libertad propia y la de otr@s, por eso la importancia de no quedarnos calladas, aun cuando no guste. Aprender a decir no, a veces gritar que NO SIGNIFICA NO.

Twitter: @LaEriz

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