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Morelos: “morir es nada…” // By @Ruy_Carreno

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Soy Rodrigo Carreño, orgulloso “Terra-Calentano”, guerrerense de corazón, egresado de la Licenciatura en Derecho por la FES Acatlán de la UNAM; un tipo sencillo, apasionado por la vida; la curiosidad me hace vivir en una constante búsqueda, aprehensor de palabras y versos, amante de la poesía y de la mujer, como la obra más bella y perfecta de la creación. Mi perversidad es tan grande, que los haré diabéticos con tanta miel. En la patria de las letras, existe una revolución constante, limitar éste espacio sería atentar contra la libertad, aquí hablaremos de muchos temas poesía, arte, música, folclore, de lo cotidiano, política y de temas jurídicos de interés general; la imaginación encuentra sus límites en lo infinito.
Soy Rodrigo Carreño, orgulloso “Terra-Calentano”, guerrerense de corazón, egresado de la Licenciatura en Derecho por la FES Acatlán de la UNAM; un tipo sencillo, apasionado por la vida; la curiosidad me hace vivir en una constante búsqueda, aprehensor de palabras y versos, amante de la poesía y de la mujer, como la obra más bella y perfecta de la creación. Mi perversidad es tan grande, que los haré diabéticos con tanta miel. En la patria de las letras, existe una revolución constante, limitar éste espacio sería atentar contra la libertad, aquí hablaremos de muchos temas poesía, arte, música, folclore, de lo cotidiano, política y de temas jurídicos de interés general; la imaginación encuentra sus límites en lo infinito.

Por Ruy Carreño

A mis lectores: felices fiestas decembrinas; paz, amor y esperanza. No hay mañana.

MorelosMe mueven los recuerdos, los instantes vividos, me llevan a escribir estas breves líneas, a don José María Morelos “Generalísimo de los Ejércitos Insurgentes”, quien el día de ayer (22 de diciembre de 1815) cumplió doscientos años de ser fusilado en San Cristóbal Ecatepec; luego de ser sujeto a dos juicios, uno civil y otro inquisitorial; degradado y humillado por las autoridades civiles y religiosas, despojado de su calidad de sacerdote; la gloria de su muerte lo envuelve en la leyenda.

Recuerdo haber escuchado de alguno de mis maestros de primaria, que luego de que Morelos fue fusilado en las cercanías de un lago; las aguas corrieron a lavar la sangre del héroe esa misma noche; ¡era una epopeya extraordinaria! Ahora sé que en Ecatepec no hay ningún lago y de haber existido, difícilmente las aguas se hubiesen alzado a realizar el milagro; esto en parte me hace recordar que nuestra historia está llena de mitos y el cura de Nocupétaro (lugar donde se estableció Morelos casi de manera definitiva, hasta antes de ser alcanzado por los aires de libertad) no está exento de ello; quizá la única certeza es que el héroe insurgente ha trascendido los confines del tiempo y del espacio, para habitar las paginas doradas de la historia de nuestra nación.

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En mi opinión el “Siervo de la Nación” es el principal artífice del ideario fundacional de México; de él se ha hecho alarde de sus dotes como estratega militar, de ahí que su fama como general llegará a oídos de Napoleón Bonaparte, quien en 1812 siendo emperador de Francia dijera «con cinco generales como Morelos conquistaría el mundo». Sin embargo, nuestro héroe de bronce,brilla entre los claro oscuros de nuestra historia, gracias a documentos fundacionales como Los Sentimientos de la Nación y la Costitución de Apaztingan; en ellos se aprecia el más puro espíritu de un hombre ilustrado en la filosofia de Rousseau y Montesquieu; convirtiéndose así en un humanista adelantado a su tiempo, lo cual podemos apreciar en su sentencia “que la esclavitud se proscriba para siempre, y lo mismo la distinción de castas, quedando todos iguales y sólo distinguirá á un americano de otro, el vicio y la virtúd” (Sentimientos de la Nación, artículo 15).

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Muy poco se ha dicho de la vida clerical de los curas que nos dieron patria (se habla de la participación directa de 145 sacerdotes católicos en la guerra de independencia, entre los que destacan Miguel Hidalgo, José María Morelos y Mariano Matamoros), de Morelos párroco de Carácuaro se sabe que era metódico y laborioso, gustaba de ser leal, cumplidor y partidario de la reciprocidad; aquel vallisoletano, dio nombre y gloria a la ciudad de Morelia (antigua Valladolid), capital de Michoacán; a 200 años de su muerte hoy lo recordamos: “morir es nada, cuando por la patria se muere”.

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