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2014… Así, sin más

Por Luis Fabián Fuentes

Nací en Zamora el primero de enero de 1982. Diría que soy el típico capricornio, pero no creo en tonterías. Mi vida académica me ha llevado a varias partes del país: Guadalajara, Querétaro, la Ciudad de México, Guanajuato, Salamanca y Morelia. Estudié Ingeniería en Industrias Alimentarias en el Tecnológico de Zamora, la maestría en Ingeniería Mecánica en la UMSNH, institución donde actualmente estudio el doctorado en Ingeniería Química. Profesionalmente, he sido consultor de algunas empresas y docente. Estoy casado con la ciencia y la tecnología, pero me gusta ser infiel y a veces me escapo y le pongo el cuerno con la música, la poesía y la Filosofía. En ocasiones he sido activista político, cuando la causa me convence, afortunadamente mi disciplina y ética no me da para pertenecer a ningún partido político.
Nací en Zamora el primero de enero de 1982. Diría que soy el típico capricornio, pero no creo en tonterías. Mi vida académica me ha llevado a varias partes del país: Guadalajara, Querétaro, la Ciudad de México, Guanajuato, Salamanca y Morelia. Estudié Ingeniería en Industrias Alimentarias en el Tecnológico de Zamora, la maestría en Ingeniería Mecánica en la UMSNH, institución donde actualmente estudio el doctorado en Ingeniería Química. Profesionalmente, he sido consultor de algunas empresas y docente. Estoy casado con la ciencia y la tecnología, pero me gusta ser infiel y a veces me escapo y le pongo el cuerno con la música, la poesía y la Filosofía. En ocasiones he sido activista político, cuando la causa me convence, afortunadamente mi disciplina y ética no me da para pertenecer a ningún partido político.

Año futbolero, no por el mundial, sino por las idas y vueltas que nos dieron estos trecientos sesenta y cinco días. En este pequeño espacio trataremos de hacer un balance y al menos intentar conocer el marcador del partido. Saber si vamos ganando o perdiendo. La dificultad consiste en saber quién y cómo metió los goles, ya que la mayoría de las anotaciones se meten en lo oscurito, de tal forma que rara vez nos permiten cantar los goles a favor o en contra.

Al principio del año teníamos un gobernador ausente  física y operativamente. Signos del deterioro del Estado formal fueron las autodefensas, hoy institucionalizadas e incorporadas al mismo Estado cuya actuación propició su aparición.

Terminamos el año con un gobernador igual de ausente, que considera que la violencia es un fenómeno aislado. Salvador Jara pasó de ser un rector al que nadie tragaba en la comunidad universitaria a ser un gobernador fantasma que sigue siendo tan impopular como en sus tiempos de rector, tan funcional como entonces, convertido en poco menos que la cara visible de un verreinato federal que resulta, para la mayoría de los ciudadanos, tan ineficiente como lo era el de Fausto Vallejo. Continúan los asaltos y asesinatos, incluso a plena luz del día, en todo el estado, no solo en Willylandia.

Sin embargo,  Michoacán es solo un signo de la descomposición del Estado burgués mexicano. Hay signos mediáticos igualmente fuertes: Tlatlaya y el regreso de la impunidad del ejército, como en los mejores tiempos del PRI. Los feminicidios del Estado de México reducidos a un discurso recurrente: el caso aislado que puede dejarse para otro día. Los derrames de ácido sulfúrico que terminan en multas equiparables a quitarle un pelo a un gato a las empresas acereras.

Una reforma de medios que le es útil a Televisa y doblega a las radios comunitarias, las cuales representan un esfuerzo por crear medios alternativos a la mierda de los grandes medios, ni santa Aristegui de la inmaculada concepción salió a rogar por ellos, desde su medio “alternativo”, prefirió la defensa de Carlos Slim.

Un tren México – Querétaro que hizo pública la forma de hacer licitaciones y meter goles en lo oscurito. Una casa blanca que nos recuerda que en los cielos de la clase política no vuela cualquier ave, está reservado para cierto tipo de gaviotas, también nos recuerda que la clase política es un grupo de cortesanos que cobran sueldos estratosféricos mientras más del 70% de la población cobra menos de 2500 al mes y solo el 90% tiene acceso a las prestaciones de ley. Lo cierto es que, el gobierno resulta ineficiente en forma selectiva.

Los negocios y la protección a los intereses empresariales salen muy bien, pero su actuación para el pueblo no lo es. En 2014 el gobierno sigue siendo un gobierno para los de arriba, para los empresarios. Aún no encuentra la forma de regular el descontento social.

Mención aparte merece el caso Ayotzinapa. Y no es que sea complicado por el número, en nuestro país los asesinatos en masa son comunes: Tlatlaya, el casino de Monterrey, Villas de Salvácar, la guardería ABC, el News Divine; tampoco porque los chavos pertenezcan a un grupo político organizado, en tal caso habría que hablar de Marisela Escobedo, o del reporte de Red Manglar que habla de más de 20 activistas ambientales desaparecidos en México, todos defendiendo reservas naturales contra la depredación de las transnacionales.

El asunto es más complejo que eso.  Nos recordó los narcogobiernos, la complicidad de los partidos, el regreso de la represión, los aparatos policiales que juegan  todos los bandos solo cambiando de uniforme, pero que no dejan de ser parte del aparato represivo aunque cambien de ropa. Nos recordó el terrorismo de Estado, nos recordó Guerrero y las cosas que no se resuelven: El Charco, Acteal, Aguas Blancas. Nos recordó que el estado de Guerrero es sinónimo de marginación y hartazgo, donde hay masacres de las que nadie se entera por que se esconden en lo profundo de las fosas, donde las cosas no se resuelven con discursos y buena voluntad, el Estado los resuelve con plomazos y desapariciones.

Nos recordó que somos un país sin alternativa, donde los partidos son solo grandes franquicias que representan gente del discurso y vividores del erario aunque se pinten del PRI, del PAN, del PRD o de MORENA todos representan el abrazo y la foto con los mismos cínicos, los dedazos, el clientelismo y el servilismo, en el fondo no representan cambio alguno, solo nombres y funciones, pero tienen a los mismos patrones.

Y no solo es México, el agotamiento es global: policías que salen libres tras dispararle a niños en Estados Unidos, una Europa que se mantiene en recesión económica, Ucrania y una lucha por el gas natural disfrazada de asunto territorial, Jordania y la guerra por el agua encubierta por asuntos étnicos y de tierras prometidas, Siria y la lucha por el paso del petróleo. Y la lista de goles en contra es larga.

Sí, parece que vamos peor que Brasil contra Alemania. Y por si fuera poco la goliza, ahora sube el dólar y baja el petróleo, lo único que apenas y se mueve es el salario mínimo. Lo que si se mueve es la gente.

El movimiento social se ve cada día más nutrido. El hartazgo lleva a la gente a las calles. No solo en México, en Grecia, en Bélgica, en Italia y hasta en Estados Unidos. No hay homenaje a chespirito que nos haga olvidar el hambre, la violencia, el crimen. No hay chiste, aunque sea la enésima vez que lo transmiten, que les ayude a los niños de las zonas marginadas a conseguir frijoles… hablar de tortas de jamón es demasiado.

No hay libro de Paulo Coehlo o de Chapra que nos ayude cuando se ha despojado del queso a las personas y no se trata de que se haya ido a otra parte, cuando encuentren el queso de nuevo, lo encontraran con otros dueños y varios policías cuidándolo, pero todos van a poder pasar a olerlo. Tocarlo y comerlo son asuntos que se cuecen aparte.

Cuando se cierren todas las puertas, cuando se agote la esperanza, cuando toquemos fondo y nos atrevamos a darle marcha atrás a la maquina guiada por el canto de las sirenas que gritan desde los podios, donde hacen notar que no son parte del pueblo, por más que coman en el Oxxo y en las garnachas y al siguiente día se vayan de viaje a Italia con los sueldos desmedidos que cobran del erario por no representar a nadie. Cuando las personas dejen de escuchar a los fariseos del poder.

Cuando  se den cuenta de que el “vamos a echarle ganas”, el “ponerse a trabajar”, el “no meterse en broncas”,  el “poner la basura en su lugar” o el “hay que saber votar” no resuelven nada cuando te corren del empleo por la recesión económica o porque el Oxxo le ganó en la competencia a la tienda en la que trabajabas y la llevó a la quiebra, el día que te enfermas y no te alcanza para la ir al hospital privado y encuentras que en hospital público no hay ni paracetamol, cuando no te pagan las horas extras aunque te pusiste la camiseta de la empresa pero ellos no se pusieron la tuya.

Hay que darse cuenta, parafraseando a Julio Cortázar, de que de que son la violencia – hambre, la violencia – miseria, la violencia – opresión, la violencia – subdesarrollo, la violencia – tortura las que conducen a la violencia defensiva de los que las padecen y que es muy importante comprender quién pone en práctica la violencia: si son los que provocan la miseria o los que luchan contra ella.

Si al menos podemos sacar algo positivo de este año será que el baile de máscaras se está terminando y los santos apóstoles de la política y los medios ocultan cada vez menos. Es obligación nuestra buscar la solución desde lo colectivo, desde abajo, en forma organizada porque nadie va a venir a salvarnos. Solo entonces, seremos capaces de remontar el marcador, mientras tanto seguiremos perdiendo hasta en los penales.

 

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