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Música para llevar/ By @AnnHiellow

Por Ann

Aún recuerdo cuando tuve mi primer walkman. Durante mucho tiempo había anhelado ese aparatito en el que se podía escuchar música prácticamente en cualquier parte. Con solamente insertar un cassette, un par de pilas AA y unos audífonos, podías tener música portátil y claro, ser la envidia de todos los demás mortales que desearan con todo su ser dicho artefacto.

Con el paso de los años, el walkman quedó atrás y llegó el discman, en el que podías cargar tu música grabada en los novedosos compact disc con un sonido con mayor fidelidad que el de un cassette; hasta aparecieron las bocinitas para conectar el mini- tocadiscos compactos y escuchar música con tus cuates.

 Años más tarde, ambos aparatos fueron reemplazados por una cosita con el tamaño de una cajita de chicles en donde le cabían de cien a mil rolas; cada vez ese aparatito se fue haciendo más y más pequeñito, sin embargo, su capacidad de almacenamiento fue yendo en aumento.

No deja de ser curioso que, de ser unos armatostes de colores negro o plateado, se han convertido en unos diminutos y sofisticados dispositivos casi de cualquier color con una memoria impresionante para guardar rolas, videos, fotos y otros archivos.

 Sin duda, los aparatos de música se vuelven entrañables, ¿por qué? Porque en estos pequeños se reproducen las rolas que hacen llorar, reír, cantar, rabiar, enloquecer, gritar, en fin, el soundtrack de la vida.

No importa si prefieres uno con el que tengas que cargar con todos los cassettes o discos, el que está integrado al celular,  la cajita en la que también puedes ver videos… Ten uno a la mano. Porque, como dijo Nieztche “sin música, la vida sería un error” y estos aparatitos nos lo recuerdan.

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Freelance, instructora, redactora, columnista y todóloga. Disfruto de leer, pintar, escribir, chacotear en conciertos y he de confesar que una de las cosas que más disfruto en la vida es comer garnachas en mi casa viendo películas con mi familia y mi perro Isabel.

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