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¡¡Puro músculo!!

Por La Eriz

Pants negro, súper tenis especiales levanta pompas, playera rosa chicle, chongo para evitar el cabello en la cara, soy toda una Carmen Electra en potencia mientras suena de fondo la Rabiosa de Shakira. Hasta que el estúpido espejo lateral me dice lo contrario, ¿les ha sucedido?

Es que acabo de entrar al gimnasio, obedeciendo (todavía) mis propósitos de Año Nuevo y mis ganas de dar forma a estos rollitos sabrosones mal acomodados. Además, tengo exactamente 5 meses para ponerme buenísima, así que decidí que después de la fiebre comelona de las vacaciones, este puerquecito empezaría a quemar grasas.

Llegué con mi sonrisita más encantadora, mis 500 pesitos y la esperanza de tener el mismo trasero de JLo, mientras el recepcionista me inspeccionaba con mirada inquisitiva. Luego, luego recordé cuando cierto instructor de un gimnasio me dijo que reconocía enseguida quién duraría y quién no, después de pagar la primera mensualidad: “Es una regla bien fácil, si lleva tenis Converse o Coach, el gusto le dura dos meses y es mucho” “Bueno, no uso ninguno de los dos ¿Yo duraría?” “Mmmm, no creo Érika jajaja”.

Definitivamente fui subestimada ¿Qué tan difícil podría ser? Yo, que estuve tres años bailando ballet, otros tres en entrenamiento casi militar de tae kwon do, y tres más en danza jazz (sin contar los años de aerobics, yoga y pilates) no tendría problema alguno de retomar la rutina.

En fin, entré a mi clase de Zumba con toda la actitud rumbera para encontrarme a más de 20 señoras, 10 quinceañeras y un señor que jura que en su próximo aniversario ora sí sale a bailar con su vieja sin pena alguna. Todos intentando seguir los brincos de una chaparrita poca cintura pero de piernas envidiables. Mis habilidades y condición física duraron 10 minutos. La sádica ésa no dejaba de bailotear por todo el salón mientras nos amenazaba “si paran, empezamos de nuevo”. ¿Quién demonios dijo que 30 años no son nada? Los múltiples esguinces cervicales, el dolor de cabeza y las rodillas rechinando indicaron lo contrario.  Jalaba aire intentando mantenerme (a ver si vuelves a fumar pinche Erikita… Bueno, no es pa tanto, jálale, jálale).

Cinco, seis, siete, ocho. Cinco, seis, siete, ocho. Cinco, seis, siete, ocho. Cinco, seis, siete, ocho. Cinco, seis, sie… Veo negroooooooo. Cuando escuché la frase clave (¡muy bien muchachas hasta ahí le dejamos!) vi cómo mi alma, que ya estaba tomando su piña colada en una hamaca, volvía a mi cuerpo acalorado y sudoroso.

Es necesario mover las carnes, no sólo por estética sino por salud. México lindo y querido ocupa el segundo lugar en el mundo en obesidad infantil y adulta (http://www.elfinanciero.com.mx/index.php?option=com_k2&view=item&id=9445&Itemid=26). Esto es algo verdaderamente alarmante ya que trae consecuencias siniestras por la larga lista de enfermedades derivadas de un estilo de vida chatarrero e inactivo.

Por lo pronto, sobreviví a la primera clase de zumba y como no me desmayé en el intento, pienso seguirle en la tarea de moldear mis lonjitas de la felicidad hasta que los espejos de cuerpo completo me adoren. Voy a ganar todas las apuestas en mi contra. Quién sabe, tal vez hasta me anime a tomar dos clases diarias.

Twitter: @LaEriz

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