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Doble moral, hipocresía y trasfondos

Por Luis Fabián Fuentes Cortés

Nací en Zamora el primero de enero de 1982. Diría que soy el típico capricornio, pero no creo en tonterías. Mi vida académica me ha llevado a varias partes del país: Guadalajara, Querétaro, la Ciudad de México, Guanajuato, Salamanca y Morelia. Estudié Ingeniería en Industrias Alimentarias en el Tecnológico de Zamora, la maestría en Ingeniería Mecánica en la UMSNH, institución donde actualmente estudio el doctorado en Ingeniería Química. Profesionalmente, he sido consultor de algunas empresas y docente. Estoy casado con la ciencia y la tecnología, pero me gusta ser infiel y a veces me escapo y le pongo el cuerno con la música, la poesía y la Filosofía. En ocasiones he sido activista político, cuando la causa me convence, afortunadamente mi disciplina y ética no me da para pertenecer a ningún partido político.
Nací en Zamora el primero de enero de 1982. Diría que soy el típico capricornio, pero no creo en tonterías. Mi vida académica me ha llevado a varias partes del país: Guadalajara, Querétaro, la Ciudad de México, Guanajuato, Salamanca y Morelia. Estudié Ingeniería en Industrias Alimentarias en el Tecnológico de Zamora, la maestría en Ingeniería Mecánica en la UMSNH, institución donde actualmente estudio el doctorado en Ingeniería Química. Profesionalmente, he sido consultor de algunas empresas y docente. Estoy casado con la ciencia y la tecnología, pero me gusta ser infiel y a veces me escapo y le pongo el cuerno con la música, la poesía y la Filosofía. En ocasiones he sido activista político, cuando la causa me convence, afortunadamente mi disciplina y ética no me da para pertenecer a ningún partido político.

La doble moral se presenta cuando un individuo o institución ejerce una doble norma en el tratamiento dado a diferentes grupos de personas, es decir, que injustamente permite más libertad de conducta a un sujeto que a otro violando el principio de imparcialidad. La imparcialidad es el principio según el cual los mismos criterios se aplican a todas las personas sin favoritismo. La doble moral viola este principio pues toma en cuenta a las personas según diferentes criterios. Aunque la doble moral es una práctica que se condena, es muy común su empleo, sobre todo en el discurso político. Existe una distinción sutil entre la doble moral y la hipocresía. Esta última implica la aceptación de un solo criterio moral, pero su incumplimiento sistemático en la práctica.

Ejemplo de lo anterior lo podemos encontrar en cierto partido de moral distraída que en julio de 2011 promovía una ley para regular la prostitución en el DF. Dicha iniciativa buscaba delimitar las áreas de ejercicio de la prostitución y sancionar a quienes contrataran los servicios de sexoservidoras fuera de esas áreas. Es decir, un punto de vista reduccionista, en el cual se considera que la prostitución es un problema territorial, en el cual debería mantenerse aislado de la “gente bien” y ponerse donde no lo viera la suegra.

Lamentablemente, para los buenos amigos del PAN, la suegra, al igual que la espada de los Thundercats, mira más allá de lo evidente y en días pasados salió a la luz un vídeo donde la gente de moral intachable y buenas costumbres pasaba un buen rato en una fiesta donde no falto el pellizco para quitar pelusas y el cuate que solo pasó diez minutos a saludar.

Ya se ha hablado bastante y satirizado el asunto de la doble moral PANista, no es la primera vez que suceden situaciones como esta, bastaría con recordar al ilustrísimo Pancho Cachondo, y como el objetivo de esta columna no es patear el cadáver pestilente y putrefacto de la moral panista, pasaré al tema que realmente me importa.

Durante las últimas décadas se ha desarrollado la idea de que las mujeres han logrado la igualdad. Esto se ha acompañado con precisiones leguleyas triunfalistas y se asume que es responsabilidad de cada mujer el tomar en sus manos su propio desarrollo. Esta retórica ha ido acompañada por un crecimiento de la imagen de la mujer considerada como un objeto de comercio en la sociedad, la industria cosmética es un ejemplo de ello.

El crecimiento de la industria del sexo, tanto legal como ilegal, ha distorsionado totalmente la manera de ver la sexualidad presentando a las mujeres como objetos destinados a satisfacer la sexualidad masculina. Basta con echar una ojeada a la industria pornográfica.

La comercialización masiva de la pornografía es una expresión de la naturaleza explotadora del sistema. La contraposición real a la industria del sexo no tiene nada que ver con el enfoque de los moralistas conservadores de cierto partido. Debe ser una protesta en contra de la comercialización del sexo. Este comercio es perjudicial para las mujeres y la sociedad en general, ya que esto sólo refuerza la desigualdad.

La prostitución es una parte específica de la industria del sexo y es una de las peores formas de explotación. Las discusiones bizantinas giran en torno a su regulación, pero, al igual que la igualdad legal no ha impedido más allá del papel la opresión de las mujeres, ninguna ley será suficiente para separar la prostitución de la explotación.

Las mujeres caen en la prostitución por diferentes razones. Limitar la causa de la prostitución a la pobreza es un error. La prostitución callejera, las agencias de acompañantes de lujo y la prostitución que opera a través de internet no pueden ponerse en el mismo saco.

Tampoco puede caerse en el debate sobre la prostitución  minimizándola a una cuestión de elección. En pocos casos es un asunto de elección, la trata de mujeres sigue siendo un problema en nuestro tiempo, esta esclavitud moderna incluso ha tenido un aumento.

Sin embargo, esta es una situación extrema que no se refiere a la totalidad de las personas prostituidas. La supuesta elección está limitada por la naturaleza misma del capitalismo, especialmente en tiempos de crisis. Se llega al ambiente de la prostitución por falta de opciones alternativas de trabajo y estabilidad económica, es decir, de una verdadera elección.

En todos los países, los medios de comunicación están llenos de ejemplos de prostitutas de lujo de origen acomodado y cuya vida diaria está a kilómetros de distancia de la realidad vivida por la mayoría de las prostitutas. Estos casos son explotados en forma mediática para minimizar la existencia de la opresión de la mujer en la sociedad, o incluso negarlo. Estas prostitutas no son más que una pequeña minoría y el discurso generado a partir de estos ejemplos termina siendo una justificación ideológica para que continúe la explotación de las mujeres.

El primer paso debe ser generar conciencia en torno al tema de la opresión y el sexismo de la mujer. No basta con campañas de sensibilización sobre la realidad del comercio sexual, la trata de seres humanos, la violencia y la violación de tantas prostitutas, aunque sería un buen comienzo, resulta insuficiente al considerar que esto no termina por sí mismo con las relaciones de explotación. Perseguir a los clientes es inútil, incluso puede profundizar el problema al dejar caer la actividad en la ilegalidad total.

Se requiere una respuesta fundamental contra el sexismo, con verdadera educación afectiva y sexual en las escuelas y los hogares, una lucha en contra de los conceptos estéticos generados por la industria de los cosméticos y en general contra la sed de lucro dirigido a la comercialización del sexo.

Es necesaria una lucha contra las políticas de explotación, se deben generar en forma masiva empleos dignos en torno a un programa que retire las riquezas existentes de las manos de la elite, para que sea colocada bajo propiedad pública y democrática, bajo el control de la población, para eliminar las bases físicas y económicas de desigualdad.

El sexismo y las divisiones no son inevitables. Una sociedad basada en la cooperación, el respeto y la democracia también conduciría igualmente al desarrollo de las relaciones humanas y sexuales, en sus diversas formas.

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