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Ayotzinapa: entre el dolor y la esperanza // By @Ruy_Carreno

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Soy Rodrigo Carreño, orgulloso “Terra-Calentano”, guerrerense de corazón, egresado de la Licenciatura en Derecho por la FES Acatlán de la UNAM; un tipo sencillo, apasionado por la vida; la curiosidad me hace vivir en una constante búsqueda, aprehensor de palabras y versos, amante de la poesía y de la mujer, como la obra más bella y perfecta de la creación. Mi perversidad es tan grande, que los haré diabéticos con tanta miel. En la patria de las letras, existe una revolución constante, limitar éste espacio sería atentar contra la libertad, aquí hablaremos de muchos temas poesía, arte, música, folclore, de lo cotidiano, política y de temas jurídicos de interés general; la imaginación encuentra sus límites en lo infinito.
Soy Rodrigo Carreño, orgulloso “Terra-Calentano”, guerrerense de corazón, egresado de la Licenciatura en Derecho por la FES Acatlán de la UNAM; un tipo sencillo, apasionado por la vida; la curiosidad me hace vivir en una constante búsqueda, aprehensor de palabras y versos, amante de la poesía y de la mujer, como la obra más bella y perfecta de la creación. Mi perversidad es tan grande, que los haré diabéticos con tanta miel. En la patria de las letras, existe una revolución constante, limitar éste espacio sería atentar contra la libertad, aquí hablaremos de muchos temas poesía, arte, música, folclore, de lo cotidiano, política y de temas jurídicos de interés general; la imaginación encuentra sus límites en lo infinito.

Por Ruy Carreño

“¿Quién se suma? / ¿Quién multiplica el coraje? / ¿Quién ayuda con un poco de dignidad? / ¿Quién recoge las lágrimas de las madres / y las vuelve torrente de exigencia de justicia?” (Poema de Pedro Hernández Morales, profesor de educación primaria de la Sección 9 de la CNTE)

Como todos saben, el pasado 26 de septiembre se cumplió un año de la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos; un año de impunidad, de mentiras institucionalizadas, púes “una mentira repetida adecuadamente mil veces, se convierte en una verdad” (Paul Joseph Goebbels), y para ser preciso, en una “verdad histórica”; que contrario a lo señalado por el gobierno federal, a través de la PGR y sus voceros, lo que hoy se señala como verdad histórica, no es más que una verdad jurídica;  hoy desvirtuada por el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, sobre el caso; verdad a la que todos estamos obligados a tragar; como si esa fuera la política del gobierno.

monumento 43 normalistas Ayotzinapa

Aún a pesar de eso y del frío y de la lluvia, estuvimos allí; en la marcha del sábado 26; más que ejerciendo el derecho a la manifestación, ayudando con ese poquito de dignidad; cada uno de los ahí reunidos (a su manera) nos sentimos ofendidos, dolidos, tristes, coléricos; es difícil explicar cómo ese cúmulo de sentimientos pueden converger  en una sola persona, en un sólo momento; las marchas tienen eso, nos hacen vivir con intensidad el grito rebelde de protesta, en el que todos sin recepción somos hermanos en una misma causa; hermanos en el dolor y la deshonra causada, hace falta vivirlo para entenderlo.

Es cierto que para algunos, el Movimiento por Ayotzinapa, se ha ido politizado; puesto que inicialmente se demandaba justicia y la presentación con vida de los 43 estudiantes normalistas; sin embargo, ahora entre las consignas se exige la renuncia de Enrique Peña Nieto; lo cual a mi juicio, atendiendo a la lógica de que un gobernante fundado en la mentira, carente de resultados en la investigación, debe deponer el cargo que le fue conferido por el pueblo de México (habrá quien saque raja política de ésto).

FES ACATLAN normalistas

En medio de todo este escenario, no podemos dejar de lado el dolor de los familiares de las personas desaparecidas (que a la fecha suman más de 23 mil 271); hacerlo sería deshumanizante. El delito de desaparición forzada,  conlleva a una doble victimización, en el que los familiares pasan a ser víctimas; ya que “la privación continua de la verdad acerca del destino de un desaparecido constituye una forma de trato cruel e inhumano para los familiares cercanos” (Sentencia del Caso Rosendo Radilla, párrafo 180); así la incertidumbre, prolonga ese dolor de manera indefinida, por eso mismo no es posible realizar el rito cultural para el duelo y el tránsito para elaborar la pérdida a nivel social y ser contenido por éste.

Cuando se es ajeno a ese dolor, nos cuesta trabajo entender la exigencia de justicia de los padres de los 43, y de decenas de familias más que pasan por una situación similar; las cuales por cierto, buscan ser escuchadas, sumándose al Movimiento por Ayotzinapa, a fin de encontrar la verdad, sobre el paradero de las personas desaparecidas.

manifestación Zócalo DF Ciudad de México lluvia

¿A dónde se ha ido la esperanza? Más allá de la fatídica situación que atraviesa nuestro país, la esperanza es nuestro aliento, en la búsqueda de la verdad como derecho; una verdad necesaria para los familiares víctimas de este crimen de lesa humanidad, a fin de no prolongar más el dolor; para  los mexicanos, que como usted y yo estamos ávidos de justicia y certeza jurídica en las instituciones creadas para esos fines; y para el mundo, en donde México debe ser consecuente  con la obligación de respeto y garantía de los derechos de orden universal.

La esperanza de las familias de los desaparecidos de encontrarlos con vida sigue ahí y nadie tiene el derecho a arrebatárselas, pues en ella encuentran la fe de seguir en la lucha, es la que los mueve. Su servidor espera que éste movimiento trascienda y no quede para el olvido (lejos del carpetazo institucional, de la impunidad y la mentira vendida como verdad), espero que sea semillero de conciencias de cambio y sea también un último aviso del grave problema de los derechos humanos en México.

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